Alba Reche contaba quizás hasta cuarenta y cuatro cuando estaba de los nervios, pero desde que se había montado en aquel coche y sentía la mirada de Natalia sobre ella de vez en cuando, ya iba por doscientos treinta y dos, y sin intenciones de parar.
Recorrían las calles en completo silencio, Alba luchando consigo misma para no atropellar a nadie, respetar los semáforos en rojo y mirar de reojo las señales de stop que estaban en sentido contrario y suspirar.
Mira, una señal de stop que vamos a ignorar porque vamos de cabezas a un puto berenjenal.
¿Y lo bien que nos lo vamos a pasar?
No sé qué mierdas celebras.
Nos ha dado un beso en la mejilla y casi te apagas en el sitio, el próximo día tendremos fuegos artificiales preparados.
- ¿Cómo está María? - Rompió el silencio la morena sobresaltando a la rubia que parpadeó para ubicarse.
-Pues bien, trabajando. - Se encogió de hombros y siguió con la mirada clavada en la carretera.
- ¿En qué trabaja? - Se dejó llevar por la curiosidad sin poder evitarlo.
-Es interiorista. - Respondió sin más y Natalia abrió los ojos sorprendida.
-Qué suerte. - Dijo antes de apoyar la cabeza en el asiento y suspiró.
- ¿Cómo? - Frunció el ceño y Natalia soltó una risa nasal.
-Que tiene mucha suerte, Alba. - Dijo sin pensar y cerró los ojos que comenzaban a pesarle.
¿Acaba de decir lo que acaba de decir?
Acaba de decir lo que acaba de decir.
Ay, mamá.
Sí, verás cuando le cuentes todo esto a la Rafi.
No lo quiero ni pensar.
Piénsalo.
NO.
Sacudió la cabeza borrando ese pensamiento que le hizo dar un paso más a necesitar tomarse una tila por vena, e intentó concentrarse en lo poco que le quedaba de camino.
- ¿Natalia te has dormido? - Preguntó Alba en cuanto paró el motor del coche en el garaje y se fijó en la morena que tenía la cabeza pegada al cristal. - Eh, ¿puedes despertarte? - Dejó unos toques en su hombro para que reaccionara, pero no hubo respuesta. - Que tengo que subir a casa, venga...
-Solo ha sido una siesta pequeña, lo juro. - Musitó con voz de dormida y se movió en su asiento, asustándose al sentir el cinturón de seguridad junto su cuello. - ¿¡Me has atado!? - Dijo sobresaltada y Alba abrió los ojos sorprendida. - Esto deberíamos hablarlo antes, ¿no?
Natalia tiró del cinturón y miró un microsegundo a Alba, muriéndose de la vergüenza al darse cuenta de lo que era realmente. Se deshizo de él y fue incapaz de mirar a los ojos a la rubia que, aunque sentía que sus mejillas iban a explotar, agradeció a la casi oscuridad del garaje por no verse descubierta.
-Venga, vamos, que tengo que coger algo de ropa. - Se limitó a decir cambiando de tema antes de bajarse del coche y esperar que la morena le siguiera.
- ¿De verdad que puedo ver tu casa? - Dijo un poco más despierta y sin pensárselo fue tras ella con pasos torpes por culpa del calmante y la oscuridad. - ¿Oye, aquí no hay ninguna bombilla que encienda? - Preguntó mientras le seguía por el camino únicamente iluminado por las luces de emergencia.
- ¿Te sigue asustando la oscuridad? - Se giró para mirarle y la más alta, se limitó a asentir. - Ya estamos llegando. - Rebuscó su móvil en su bolso y encendió la linterna para que estuviera más tranquila.
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Tarta de limón
FanfictionAlba Reche, recorría España organizando las mejores bodas de ensueño. Natalia Lacunza, una directora de marketing exitosa, solo quería acabar cuanto antes con el paripé de una boda de cara a la sociedad. ¿Cómo será organizarle la boda a tu peor en...