Alba miraba con curiosidad aquellas bolsas de papel y después, con todavía más curiosidad a la morena que luchaba por esconder la sonrisa al ver como le brillaban los ojos desde que le había visto detrás de la puerta.
-Solo he venido a arreglar un poco el lío de anoche y... - Comentó acercándose a una de las bolsas y entregándole el café. – Te he traído café del bueno, el mejor de Madrid. – Dijo sonriente y Alba, sin decir nada se atrevió a probarlo.
-Vale, lo estás arreglando super bien. – Dijo antes de darle otro buche y respiró hondo aquel aroma que le resultaba bastante familiar. – ¿Dónde lo has pillado? – Se acercó para mirar que más había en la bolsa y chilló al encontrarse con los croissants y las palmeritas. – Madre mía, Nat. – Dijo abrazando la pequeña bolsa ilusionada.
-Son de La Mariposa. – Buscó su café y lo respiró aliviada al comprobar que seguía caliente. – No sé si llegaste a conocer al hijo de Noemí, pero es el dueño, junto con África, su marinovia y siempre que puedo me paso por allí. – Comentó despreocupada antes de darle un sorbo al café.
- ¿Damion? – Preguntó sorprendida y Natalia asintió mientras buscaba con la mirada donde sentarse o se le caerían los croissants al suelo y no quería tal desgracia. – Vamos a mi despacho que hay sitio, sí. – Le invitó Alba casi por inercia mientras en su cabeza intentaba conectar los cables para controlar esa nueva información.
Natalia siguió a la rubia hasta aquel despacho que tenía más cristaleras que paredes y literalmente dejó caer su culo en uno de los extremos del sofá, dejando más de la mitad libre. Colocó su bolsita con la comida sobre sus piernas y miró de reojo a la rubia que arrugó la nariz cuando descubrió que la morena le estaba mirando.
- ¿Qué pasa? – Se interesó la más alta.
-Me ha impactado que Noemí sea abuela tan joven. – Confesó soltando una risa nasal.
-Bueno... joven, lo que viene siendo joven, no es. – Bromeó. – ¿Y vas mucho por allí?
-La mayoría de las reuniones de las bodas las suelo tener allí y tanto Damion como Afri nos tratan de lujo cuando vamos. – Dijo mirando su café. – Me tengo a Leo ganadísimo, no es por nada. – Chuleó la más bajita haciendo reír a la morena.
-No te quiero desilusionar, pero me quiere más a mí. – Se defendió la morena como una niña pequeña y Alba soltó una carcajada.
-Como sois de la misma edad, llevas ventajas. – Añadió sonriente y Natalia abrió la boca sorprendida.
-Que feo eso que has dicho. – Se hizo la dolida y Alba se quedó embobada mirando como aquella persona de dos metros que le había traído su café favorito sin siquiera saberlo, pasaba a ser un bebé en cuestión de minutos.
-Te he echado de menos estos días, cara de culo. – Soltó sin pensar haciendo que a la morena le temblara hasta su parte del sofá.
-Si lo sé me presento antes con el café. – Respondió intentando salvarse a sí misma de ese remolino de emociones o se pondría a llorar allí mismo.
-Gilipollas. – Dijo dándole un golpe en el brazo y haciendo reír a la morena.
-Yo también te he echado de menos. – Confesó mirándole a los ojos sorprendidos de la rubia, e hizo un puchero cuando sintió que se iba a romper un poquito allí mismo. – Ay, Albi. – Suspiró cuando sintió que se le escaparon las lágrimas.
- ¿Qué pasa, cariño? – Se preocupó al verle llorar y dejó su café y el de la morena en el reposabrazos para rápidamente acercarse a ella y abrazarle en condiciones.
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Tarta de limón
FanfictionAlba Reche, recorría España organizando las mejores bodas de ensueño. Natalia Lacunza, una directora de marketing exitosa, solo quería acabar cuanto antes con el paripé de una boda de cara a la sociedad. ¿Cómo será organizarle la boda a tu peor en...