23. Un poco de cosita

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Alba miraba con curiosidad aquellas bolsas de papel y después, con todavía más curiosidad a la morena que luchaba por esconder la sonrisa al ver como le brillaban los ojos desde que le había visto detrás de la puerta.

-Solo he venido a arreglar un poco el lío de anoche y... - Comentó acercándose a una de las bolsas y entregándole el café. – Te he traído café del bueno, el mejor de Madrid. – Dijo sonriente y Alba, sin decir nada se atrevió a probarlo.

-Vale, lo estás arreglando super bien. – Dijo antes de darle otro buche y respiró hondo aquel aroma que le resultaba bastante familiar. – ¿Dónde lo has pillado? – Se acercó para mirar que más había en la bolsa y chilló al encontrarse con los croissants y las palmeritas. – Madre mía, Nat. – Dijo abrazando la pequeña bolsa ilusionada.

-Son de La Mariposa. – Buscó su café y lo respiró aliviada al comprobar que seguía caliente. – No sé si llegaste a conocer al hijo de Noemí, pero es el dueño, junto con África, su marinovia y siempre que puedo me paso por allí. – Comentó despreocupada antes de darle un sorbo al café.

- ¿Damion? – Preguntó sorprendida y Natalia asintió mientras buscaba con la mirada donde sentarse o se le caerían los croissants al suelo y no quería tal desgracia. – Vamos a mi despacho que hay sitio, sí. – Le invitó Alba casi por inercia mientras en su cabeza intentaba conectar los cables para controlar esa nueva información.

Natalia siguió a la rubia hasta aquel despacho que tenía más cristaleras que paredes y literalmente dejó caer su culo en uno de los extremos del sofá, dejando más de la mitad libre. Colocó su bolsita con la comida sobre sus piernas y miró de reojo a la rubia que arrugó la nariz cuando descubrió que la morena le estaba mirando.

- ¿Qué pasa? – Se interesó la más alta.

-Me ha impactado que Noemí sea abuela tan joven. – Confesó soltando una risa nasal.

-Bueno... joven, lo que viene siendo joven, no es. – Bromeó. – ¿Y vas mucho por allí?

-La mayoría de las reuniones de las bodas las suelo tener allí y tanto Damion como Afri nos tratan de lujo cuando vamos. – Dijo mirando su café. – Me tengo a Leo ganadísimo, no es por nada. – Chuleó la más bajita haciendo reír a la morena.

-No te quiero desilusionar, pero me quiere más a mí. – Se defendió la morena como una niña pequeña y Alba soltó una carcajada.

-Como sois de la misma edad, llevas ventajas. – Añadió sonriente y Natalia abrió la boca sorprendida.

-Que feo eso que has dicho. – Se hizo la dolida y Alba se quedó embobada mirando como aquella persona de dos metros que le había traído su café favorito sin siquiera saberlo, pasaba a ser un bebé en cuestión de minutos.

-Te he echado de menos estos días, cara de culo. – Soltó sin pensar haciendo que a la morena le temblara hasta su parte del sofá.

-Si lo sé me presento antes con el café. – Respondió intentando salvarse a sí misma de ese remolino de emociones o se pondría a llorar allí mismo.

-Gilipollas. – Dijo dándole un golpe en el brazo y haciendo reír a la morena.

-Yo también te he echado de menos. – Confesó mirándole a los ojos sorprendidos de la rubia, e hizo un puchero cuando sintió que se iba a romper un poquito allí mismo. – Ay, Albi. – Suspiró cuando sintió que se le escaparon las lágrimas.

- ¿Qué pasa, cariño? – Se preocupó al verle llorar y dejó su café y el de la morena en el reposabrazos para rápidamente acercarse a ella y abrazarle en condiciones.

Tarta de limón Where stories live. Discover now