Capítulo 3: Estrellas

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Julio 1997

Sirius lleva años sintiéndose mejor como perro –James dice que porque no ha tenido pulgas– en especial esa noche. No hay explicaciones, no hay límites, no hay nada, solo un montón de pelo negro. Y reconoce, muy a su pesar, que lo mejor es poder estar cerca de Remus, tan cerca que sus pelajes se rocen, que sus narices se olfatean por el cuello y que sus patas se cruzan como si fuera coincidencia –Sirius lo hace totalmente consciente, pero Remus es un lobo, y mañana no recordará nada– o un accidente.

—¿Hablaste con él? —preguntó James, con los ojos cerrados y el cuerpo apoyado contra la pared que podría caerse en cualquier instante. Sirius estaba tentado a fingir estar dormido, pero James lo codeó en las costillas—. Te estoy hablando, animal, sé que estás despierto.

—Entonces deberías entender que no quiero hablar —gruñó bajito.

Remus duerme. Parece un muerto con esa sangre seca, esas cicatrices brillantes y esos pequeños rasguños. Parece un cadáver. Es por eso que Sirius mantiene los ojos cerrados, no le gusta verlo de esa forma –no quiere–, no sabe cómo hacerlo, nunca supo y seguramente nunca sabrá.

—Canuto —insistió el azabache. Sirius suspiró con cansancio y se encogió de hombros.

—Algo así.

—Pues haz de ese algo un completo sí —murmuró—, porque ustedes, par de idiotas, irán a la fiesta de Harry o Lily enloquecerá. No quieres ver eso.

No, Sirius no quería ver eso, pero tampoco quería decir o escuchar más.

Está confundido, está triste, está enojado, está frustrado y está cansado. Quiere volver a ser un perro y quedarse así para siempre, sin tener que dar explicaciones, sin poder pedirlas y ser capaz de irse sin ataduras. No que ahora –humano, infeliz y Black– no pueda, es que siente que no puede simplemente irse y dejar a todos –de nuevo–, ya no hay guerra así que no hay pretextos para huir.

Y sin embargo, el sentimiento de que debería correr lejos sin mirar atrás no lo abandona en ningún momento. Ni siquiera en el cumpleaños de Harry, en especial en el cumpleaños de Harry.

Aún hay pocas personas en casa de James cuando Sirius llega, habría esperado a que Harry bajara de su habitación –especialmente conociendo sus compañías–, pero tenía que darle su regalo sin que Lily lo viera o podría hechizarlo. Harry y Ginny están en la habitación del primero, ambos en condiciones y muy entretenidos con un pequeño niño de cabello azul. Es tarde para huír, Harry ya está sonriendo en su dirección cuando intenta girar sobre sus pies.

—Lo siento, mamá insiste en que todo sea una sorpresa y no me deja bajar aún —bufó risueño. Sirius asintió con una sonrisa y decidió que se concentraría en Harry y sólo en Harry.

—Bueno, solo quería darte tu regalo. Tu mamá no debe saber qué es, ella podría matarme. De hecho lo hará, pero al menos tendrás una motocicleta nueva.

—¿Una qué?

—Una motocicleta, como la mía —sonrió con gracia antes de darle un par de llaves—. Está en la calle, justo afuera.

—¿De verdad? —preguntó torpemente, casi balbuceando. Sirius rió y lo estrechó en sus brazos.

—Por supuesto. Puedes verlo por la ventana.

Un cambio en la historia (Wolfstar)Where stories live. Discover now