Capítulo 12

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Ven a vivir conmigo💉

—Buenos días —Saluda la doctora a su paciente ingresando en su habitación. —Por lo visto, te encuentras mucho mejor —Se alegra al ver a la rubia leyendo un libro.

—Sí doctora, me siento mejor. Creo que estoy lista para volver a casa.

—Necesito que muevas los dedos del pie para verificar que no haya daño —Ignora sus últimas palabras. La rubia acata su orden y mueve los dedos con rapidez. —Perfecto —Escucha los latidos de su corazón, revisa las máquinas y cerciora de que todo está bien para luego escribirlo en su ficha médica. —Muy bien, me alegra informarte que todo está en orden —Sonríe. —Pero respecto a marcharte, lamento informarte que aún no puedes hacerlo. La policía está afuera y desea hablar contigo.

—¡No! —Se altera. —Doctora, no quiero hablar con la policía. Esto fue un accidente y ya.

—¿Un accidente? ¿Estás tratando de verme la cara? —La mira fijamente. —Hera, sé cuándo una herida es accidental o causada y el cristal en tu pierna no fue un accidente. Debes prestar declaración o de lo contrario, la policía comenzará a hacerme preguntas y yo responderé sin ningún problema.

—¡Doctora, no puede decirle nada a nadie! Mamá perdió el control, no quería hacerme daño ni... —Se altera.

—Está bien, está bien —Trata de calmarla. —Yo veré qué hago —Sus palabras la relajan. Toma la carpeta donde hizo sus anotaciones y sale de la habitación.

—Dígame, doctora ¿puedo pasar? —Pregunta el policía acercándose a ella.

—No, lo siento. El efecto de la anestesia aún está presente en la paciente.

—¿Qué? No entiendo.

—La paciente dice incoherencias y se comporta de forma extraña, aún presenta síntomas de la anestesia —Habla relajadamente sin parecer nerviosa. —Creo que en una hora más podrá hablar con ella.

—Ok, vendré en una hora —Anuncia y se aleja con paso decidido.

—Señor Zeus —Se acerca al rubio de ojos azulados. —Entre en esa habitación y hable con su hermana, pero piense en el daño que le hace al mentir y ocultar lo que sucedió. Puede que lo que sucedió en esa casa haya sido un accidente, pero ella salió lastimada —Le advierte. —Mentí por el bienestar de mi paciente, pero no lo hice por la relación existente entre nosotros —Se aleja con el corazón en las manos.

—¿Qué fue eso? —Le pregunta Ares a su hermano mayor. —¿Tú y la doctora...?

—No hay nada entre nosotros —Aclara y entra en la habitación.

Varias horas después...

—Necesito hablar a solas con Hera —Habla la doctora ingresando en la habitación. —¿Pueden salir y dejarnos solas? —Le pregunta directamente a Zeus, Ares y el señor Russo. Estos se levanta y salen de la habitación. —¿Ya hablaste con la policía? —Le pregunta a su paciente quien ve la pantalla de su teléfono.

—Sí, pero dije que fue un accidente. No puedo permitir que mamá valla a la cárcel, eso la lastimaría mucho —Deja de lado su teléfono para prestar atención a la conversación.

—Está bien, no te juzgo —Se sienta en el borde de la camilla. —Hera, vine a hacerte una propuesta.

—¿Una propuesta? ¿De qué se trata? —Se sienta en la camilla.

—Vente a vivir conmigo y mi mejor amiga, no es una casa lujosa, no tenemos empleados, pero allí estarás a salvo. Sé que quieres cuidar a tu madre, sé que la quieres y lo es todo para ti, pero no puedes seguir permitiendo que te lastime. ¿Hasta qué punto piensas llegar? ¿Hasta qué te mate o mate a tus hermanos? —Al escuchar estas últimas palabras, los ojos de la rubia se cristalizan. —Debes cuidarte y yo quiero ayudarte. No te estoy pidiendo que te mudes conmigo de por vida aunque no me molestaría que lo hicieras, solo quédate hasta que Zeus tenga una solución —La agarra de la mano. —Sí aceptas hacerlo, prepararé una habitación para ti.

—¿Por qué hace esto? ¿Por qué quiere ayudarme? —Pregunta sin entender sus intenciones.

—Hace seis años, perdí a mi madre debido a un accidente automovilístico —Siente como su corazón se rompe recordando aquel momento. —Yo... yo... yo traté de llevarlo todo, no quería que nadie se compadeciera de mí o me viera como una chica débil, pero seis meses después, papá se suicidó —La primera lágrima se desliza por su mejilla dejando un húmedo rastro. —Quise, o bueno, intenté también llevar el dolor de haberlo perdido, ni siquiera lloré en su funeral. Pero, cuando dejé salir todo el sufrimiento, dolor y tristeza, estaba demasiada perturbada. No podía entrar en mi casa porque los recuerdos de mi padre me perturbaban, incluso me aterraba ir al hospital dónde hacia la residencia —Suspira. —Me encerré en mi habitación y lloré por seis días hasta que apareció mi mejor amiga y me tendió la mano —Gira los ojos tratando que de estos ya no salgan más lágrimas. —Hoy, yo quiero ser quien te tienda la mano ya que tú no puedes sola con esto, eres tan solo una niña que tiene que estudiar y enfocarse en eso —Acaricia su mejilla. —¿Me permitirás ayudarte?

—Sí, quiero hacerlo —Solloza sintiendo como las lágrimas también se deslizan por sus mejillas. —Ayúdame.

—Perfecto —Acaricia su mejilla y se pone de pie. —Te ayudaré —Seca sus mejillas y sale de la habitación.

—¿Cuándo le darán el alta? —Pregunta el señor Russo.

—Hoy mismo, pero no irá a vuestra casa.

—¿De qué está hablando, doctora? —Pregunta Zeus sin comprender.

—Le propuse que se venga a vivir conmigo y aceptó —Informa mirando al rubio fijamente. —Iré a preparar los papeles correspondientes para darle el alta.

—¿Quién se cree? —Pregunta el señor Russo. —¿Quién cree que es usted para proponerle cosas así a mi hija? Ella tiene un hogar al que volver, un hogar en el que no le faltará nada y no necesita de su caridad.

—No necesita caridad, pero si necesita salvación de su hogar disfuncional. No permitiré que arruine la vida de una chica inocente —Se aleja sin mirar atrás, pero cuando está por tomar el ascensor, Zeus la toma del brazo y la mete a la fuerza a un almacén.

—¿Por qué haces esto? ¿Qué intentas lograr? —Cuestiona a escasos centímetros de sus labios. —¿Por qué vas y le propones a mi hermana vivir contigo? ¿Qué crees que lograrás?

—Lograré salvarla. ¿No ves lo que está sufriendo? Intenta fingir que es fuerte y que puede con todo, pero no puede. Su corazón no resiste más y su cuerpo ni se diga. En menos de un mes, su cuerpo ha sufrido accidentes y cirugías, y no ha podido recuperarse sanamente.

—No tienes el derecho de interponerte. Yo lo haré, yo cuidaré a mi familia, no necesito tu ayuda.

—No intento ayudarte a ti, intento ayudarla a ella —Se miran directamente a los ojos haciendo que el hombre de ojos azules pierda el control. Los labios de Zeus se adueñan de los dulces labios de la chica quien reacciona de forma positiva a sus caricias. Gime de forma sonora al sentir la fricción de sus dedos sobre la delgada tela de su blusa quirúrgica.

—La deseo, doctora. La deseo más que a nada —Le dice al oído mientras aprieta su firme trasero. —No hay nada que desee más que hacerte mía justo aquí, pero temo que al hacerlo, mi corazón y vida salgan condenados por ti —Sus palabras son una caricia para su alma, pero de un momento a otro, se aleja dejándola desorientada.

—¿Qué? ¿Qué pasa?

—Estuve a punto de caer en tus encantos una vez más, pero esta vez no puedo. Se trata de mi hermana, no permitiré que te interpongas —Informa antes de salir del cuarto de almacén.

Cúrame el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora