El pasado 3

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En cuanto el suelo volvió a cerrarse, la sala quedó en un silencio agobiante. Aileen se había ido, Ayla permanecía mirando hacia el mismo punto y Eliana continuaba con la expresión de decisión. Aún inmóviles, los demás dioses las miraban esperando que dijeran algo. Cuando eso no pasó, la tercera diosa ladeó la cabeza.

— Tú ya lo sabías. — afirmó mirando directamente a Eliana. — ¿Por qué? —

Iolana era el nombre de la tercera diosa. Una poderosa mujer de apariencia salvaje; de piel trigueña, ojos miel y cuerpo ágil.

Su cabello lacio y azabache conformaba una larga trenza adornada con flores. Armada con un arco y una daga atada a su falda de telas flexibles, completaba su apariencia feroz.

Eliana, por su parte, se volteó para ver a la otra diosa con expresión seria. Aquella pregunta no había sonado inocente y no era de sorprenderse que entre ellas hubiera cierta "fricción". Se trataban de dos figuras dominantes, acostumbradas a hacerse respetar.

— Eliana es como mi hermana y es en quien más confío. — intervino la diosa de hielo.

Ante eso, la cejas negras de Iolana se hundieron de forma disgustada.

— Es un movimiento cuestionable considerando que no podemos confiar en nadie en estos tiempos. Y no es algo de lo que seamos ignorantes, nada nos asegura que alguno de nosotros no está corro... — no pudo terminar.

— Lana no compliques más las cosas — la interrumpió quien no había hablado hasta ahora: Ilan.

Si Iolana podía resultar curiosa, con Ilan todo se volvía más interesante, él era impredecible.

El dios de la flora, como era mejor conocido, se trataba de un ser de humor cambiante. Al ser el gobernante de dos biomas distintos, su personalidad variaba entre la tranquilidad y el descontrol. Su piel era demasiado clara, muy distinta a su pelo marrón que le llegaba a la cadera, el cual se combinaba con algunas ramas y hojas, manteniéndose oculto en una capucha color moho. Y su cuerpo fornido se escondía en vestiduras café.

— No. Incluso tú sabes que fue un movimiento estúpido, demasiado arriesgado. No podemos confiar ni en nosotros mismos, menos en ella. — recriminó de nuevo Lana.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la representación del sol y en su estómago una bola de molestia creció. Qué intentara incitar a los demás de dudar de ella, le resultaba impactante. En esta posición cualquiera era un desconocido.

— Es cierto, entonces ¿Cómo saber si esto no es una estrategia por parte de la oscuridad? ¿Qué razón hay para dudar de mi? No he hecho más que lo que se me a pedido. — su voz se escuchó casi como un rugido. El color de sus ojos se había intensificado.

Una risa burlona salió de los labios de la otra diosa. Sus músculos se encontraban tensos.

— Que yo no fui una de las que tomo las peores decisiones, las cuales llevaron a la ruina este mundo. —

Lo dicho resultó un golpe bastante duro. La diosa de fuego dio un paso hacia atrás y su expresión cambió completamente, seguía con el semblante duro pero la vergüenza en los ojos.

— Todos aquí saben muy bien que di todo de mi para que las cosas no terminaran así, ninguna de las decisiones que tome fueron malintencionadas. Quiero proteger este mundo incluso más que ustedes, te recuerdo que ese es mi propósito. — defendió alzando la barbilla.

Alma Envenenada Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang