窗 seventy-seven

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Jennie respiraba pesadamente sobre los labios de Lalisa. Ésta sujetaba sus caderas, acariciándolas suavemente sobre la ropa. De su boca se escapó un jadeo cuando sintió los belfos de Lalisa invadir su cuello, la sensibilidad y temperatura de su cuerpo aumentando cuando los dientes de la menor rozaron su piel.

No era la primera vez que ellas hacían algo similar. Sin embargo, era la primera vez que tenían permitido ir un poco más allá que la última vez en que sus cuerpos estuvieron tan dispuestos y entregados.

Jennie sentía cada parte de sí misma vibrante en deseo. Su rostro se sentía caliente, su corazón latía desembocado y las manos le temblaban por la necesidad de tocar a su novia. No podía saberlo a ciencia cierta, pero algo en los ojos hermosamente brillantes de Lalisa le indicó que ésta se sentía igual que ella. Igual de nerviosa, igual de ansiosa, igual de emocionada.

—Nini, ¿puedo...? —Preguntó con suavidad y la voz ligeramente ronca. Los sentidos de la mayor le permitían saber que Lalisa jugaba con el bordillo de su blusa, esperando su consentimiento para aventurarse bajo la tela.

Jennie no se hizo esperar y asintió en silencio, buscando los labios de su pareja con necesidad. Ninguna de ellas iba a contenerse. No esa vez. Sentían el ambiente de la habitación volverse más tenso conforme el toque de la tailandesa se extendía por toda la piel morena de la contraria, tanteando desde su cintura baja y escalando los omóplatos uno a uno.

Las manos de Jennie se aventuraron tímidamente por los hombros de Lalisa, sintiendo la firmeza de éstos, mientras suspiraba al son de las cosquillas que se extendían por su cuerpo. El toque de la rubia era suave y delicado, al mismo tiempo que seguro y deseoso.

Pronto los labios de Lalisa abandonaron los suyos para recorrer su cuello y clavículas. Las zonas erógenas de Jennie estaban siendo atendidas, por lo que su centro comenzó a humedecerse.

Cuando las manos de Lalisa bajaron a sus glúteos, el cuerpo de Jennie reaccionó con un pequeño estremecimiento. Sentía la respiración caliente de Lalisa vagar cerca de sus pechos, pero luego sólo hubo frío cuando ésta levantó el rostro para mirarla nuevamente.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto...?

Jennie se fijó en la expresión preocupada de Lalisa, notando que de verdad consideraría su decisión si quería detenerse. No supo identificar si sentía ternura por sentirse tan cuidada por ella o si estaba impaciente de que siguiera tocándola.

No era la primera vez de ninguna de las dos, pero definitivamente Jennie no tenía la experiencia que Lalisa. Ellas mismas lo habían platicado con anterioridad, por lo que aquellos ojos mieles le indicaron que tenía en cuenta cada una de sus palabras meticulosamente.

—Completamente. Es decir, sí —respondió nerviosa, mordiéndose el labio cuando Lalisa le sonrió encantadoramente por su actitud—. Sólo... hazlo.

Lalisa rió suavemente ante el rostro sonrojado y mirada tímida de su novia para volver a atacar su piel con gentileza, siempre cuidando de Jennie y haciéndola sentir bien. Estuvo atenta a cada suspiro, gemido, respiración y reacción del cuerpo para aprender de ella y llevarla al límite.



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¡Abre la ventana, Kim! ➸ jenlisa 리니Donde viven las historias. Descúbrelo ahora