Capítulo 7

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Mi día se ponía nublado. Mi excitación no se había ido aún. Tenía a Paola frente a mí en el kiosco. Debía preguntarle sobre Abraham, pero no sabía cómo. Me sentía ridícula averiguando algo que debería saber antes de preguntar.

—Cielo... —dije en voz baja.

—¿Sí, cariño? —respondió—. ¿Qué tienes?

—¿Yo? Nada —dije y empecé a ruborizarme.

—Te siento diferente, Ailyn.

—¿Diferente? No, no...

—Bueno, ¿qué querías decirme?

—Sí, solo... que te amo un montón y eso...

—Yo también te amo. Mucho, mucho, ¿pero estás segura que era eso?

—Sí...

No encontré las palabras adecuadas, así que el silencio fue todo lo que hubo.

Al finalizar las clases, nos dirigimos a la salida. Sin querer, hallamos una caja misteriosa en una banca. Dicha caja estaba cubierta con papel de regalo roto. No era muy pesada.

Me acerqué y lo levanté disimuladamente.

—¿De quién será? —preguntó Paola.

—Ahora es de nosotras —dije con ánimo.

—Me parece muy raro que alguien no se haya dado cuenta —Paola miró con extrañeza.

—Podría ser un celular o una bomba... Hay que ser optimistas —dije y lo guardé.

Debía admitir que tenía curiosidad por saber su contenido. Tenía forma de empaque de smartphone último modelo. ¡Ay, me pongo como niña con estas cosas!

Lo llevamos a mi casa para abrirlo. Mientras Paola leía en Wattpad, yo abrí la caja misteriosa. Para mi sorpresa, no era un celular. Quedé decepcionada por lo que encontré. Lo que había era un juguete sexual que consistía en un pene con arnés para la cadera. Quién podría comprar algo así y abandonarlo.

No me hacía falta algo así. Jamás me lo pondría, a no ser que me obligaran. Nos reímos mucho de ese objeto que no quería tocar. Lo guardamos para devolverlo y seguimos con lo nuestro.

Yo también abrí Wattpad y continué leyendo la historia erótica.

Luego de unos minutos, quedé mojada. Si ya estaba excitada, la lectura me dejó como una ninfómana. Paola estaba roja y actuaba extraño. Se destapaba las piernas para acomodarse el calzón. Lo hacía en reiteradas ocasiones.

—Ailyn... —susurró ella muy sonrojada.

—¿Qué pasa, cielo?

—¡Estoy excitada! ¡Quiero tener sexo! —dijo con una sonrisa tímida.

—Ja, ja, ja... Espera, ¿qué?

—Estoy muy excitada y no sé cómo controlarlo.

¿No será por Abraham?, pensé.

—¿Quieres tener sexo? ¿Conmigo?

Sonrió.

—No puedo con mi peluche... Pero estoy muy excitada.

—¡Ay, Paola!

—Te pusiste roja, Ailyn —dijo ella retorciéndose.

—Lo sé, pero ¿cómo podemos zafar de esta excitación? —pregunté.

—No sé... —dijo ella doblando su falda.

—Tu excitación me hace pensar que quieres probar las tijeras.

Nos reímos.

Creo que nuestras miradas lo decían todo. El cuerpo sabe lo que quiere. La ropa estorbaba.

Microfalda ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora