"la caja de pandora"

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────CAPÍTULO OCHO:

la caja de pandora

la caja de pandora

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(camille zhang)

      La verdad me parecía injusto que Percy se cargara él solo al minotauro, es decir, ¡él ya lo había hecho hace unos años! yo también quería un poco de carne vacuna.

Pero luego desistí al ver como el minotauro se desvanecía mientras caía por el puente y observé como Percy rebanaba las armaduras de los monstruos como si fueran de papel. Las mujeres-serpiente explotaban y los perros del infierno se deshacían en sombras. Repartía tajos y estocadas, giraba y se revolvía, e incluso me reí un par de veces: una risa loca que me dio tanto miedo a mí como a sus oponentes.

Salí de mi despabilo y me uní a aquella lucha junto a los campistas de Apolo, que disparaban flechas impidiendo que los monstruos se reagruparan. Yo los ayudaba con mis nuevas armas (a las cuales llamé Sarah y Connor, como Sarah Connor de Terminator) y disparé a diestra y siniestra, sin siquiera detenerme a ver como los monstruos se desvanecían al mínimo contacto con la bala. Me sentía imparable. Finalmente, estos dieron media vuelta y emprendieron la huida. Los que seguían vivos: unos veinte de doscientos. Los perseguimos corriendo.

—¡Sí! —aullaba Michael Yew—. ¡Así se hace!

Los empujamos por el puente hacia la orilla de Brooklyn. El cielo había empezado a clarear hacia el este y, al fondo, distinguí el peaje.

—¡Percy! —gritó Annabeth—. Ya los has puesto en fuga. ¡Vuelve atrás! ¡Nos estamos desperdigando!

Percy no parecía querer hacerle caso. Entonces divisamos a una multitud en la entrada del puente. Los monstruos en desbandada corrían directamente a reunirse con sus refuerzos. No parecía un grupo muy numeroso: unos treinta o cuarenta semidioses con armadura, montados en caballos-esqueleto. Uno de ellos llevaba un estandarte morado con la guadaña negra.
El jinete que iba delante avanzaba al trote. De improviso, se quitó el casco y reconocí en él al mismísimo Cronos, con aquellos ojos inconfundibles de oro fundido. Los monstruos a los que habíamos perseguido alcanzaron las líneas del titán y fueron a engrosar sus filas. Cronos miró en nuestra dirección. Estaba a unos quinientos metros, pero juraría que lo vi sonreír.

—Ahora sí vamos a retirarnos —dijo Percy.

Los hombres del señor de los titanes desenvainaron sus espadas y se lanzaron a la carga. Los cascos de sus caballos-esqueleto atronaban en el pavimento. Nuestros arqueros lanzaron una salva de flechas, derribando a unos cuantos enemigos, pero los demás siguieron al galope.

—¡Retiraos! —gritó Percy —. ¡Yo los distraeré!

En cuestión de segundos los tuvimos encima.
Michael y sus arqueros emprendieron la retirada, pero Annabeth y yo nos quedamos junto a Percy combatiendo mientras retrocedíamos poco a poco hacia el otro lado del puente.
La caballería de Cronos se arremolinó alrededor de nosotros, lanzando mandobles e insultándonos. El titán avanzó tranquilamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Cosa que no dejaba de ser cierta, dado que era el señor del tiempo.

𝐓𝐎 𝐓𝐇𝐄 𝐄𝐍𝐃 ☇ 𝐩𝐣𝐨Where stories live. Discover now