Libro 1: Nepenthe
Libro 2: Halcyon
Para los que sobrevivieron a la guerra y siguieron adelante, la felicidad les esperaba a la vuelta de la esquina, simplemente tenían que encontrarla. Para James Potter, un giro equivocado lo llevó al lugar correcto...
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-Harry, ¿qué está haciendo tu papá?
Harry levantó la vista de su coloreado mientras estaba sentado en la barra de servicio del restaurante una tarde, un día después de San Valentín para ser exactos. Tenía dos pasteles de cera en la mano que había estado utilizando para crear un efecto de remolino en el papel de pergamino que Renata le había dado cuando oyó a su madre llamarle por su nombre. El problema era que no tenía una respuesta a su pregunta, quedando inseguro de cómo responder a ella. Parecía terriblemente confundido, pero no tanto como Renata mientras intentaba averiguar qué hacía James con el día.
Recordaba claramente que aquella mañana la había abrazado con fuerza, que su espalda desnuda apoyada en su pecho la invitaba a quedarse dormida todo el día y que sin duda había contemplado la idea. Le susurró "buenos días" al oído, le dijo que era hermosa entre otros murmullos que dejaron su rostro enrojecido. Ella no lo habría calificado de excesivamente cariñoso, pero su cuerpo seguía sintiendo un increíble cosquilleo por esa mañana y ya era bien entrada la tarde.
De hecho, se había vuelto a quedar dormida durante su sesión de caricias, sin poder evitarlo, ya que habían alcanzado un nivel de comodidad tal que era casi imposible permanecer despierta. Por no hablar de que los acontecimientos del día y la noche anteriores la habían dejado bastante cansada, lo suficiente como para que no estuviera dispuesta a dar sus habituales saltos en las primeras horas de la mañana con Harry. Había sido el día de San Valentín, el día anterior, y aunque realmente era un día no diferente a la mayoría, James lo había convertido en una ocasión especial.
Le regaló a Renata el desayuno en la cama, una comida que él y Harry habían cocinado juntos. Y aunque en el mes de febrero hacía mucho frío, James llevó a la familia a la playa para pasar el día. Habían abrigado a Harry hasta el punto de que el niño tenía dificultades para caminar por sí mismo. Pero tuvieron la suerte de tener toda la playa para ellos mientras caminaban a lo largo de la línea de agua, aunque sin atreverse a entrar. Eso hizo que el chocolate caliente de después fuera mucho más gratificante para todos ellos.
Con su chocolate caliente, los tres se habían acomodado en la hamaca de la casa con la chimenea rugiendo para mantener las cosas calientes. Durante la cual Harry había decorado dos tarjetas, una para su madre y otra para su padre. En la tarjeta de Renata, parecía que había intentado crear un pulpo con un corazón en la mano, mientras que para su padre, había hecho sus intentos con un ciervo con un corazón colgando de una de las astas.
Elogiaron a Harry por sus hermosas obras de arte y, desde ese momento, parecía que le había picado el gusanillo del arte, ya que desde entonces lo único que quería hacer en su tiempo libre era dibujar y colorear. Lo cual era estupendo, ya que tenía algo con lo que entretenerse esa tarde en la que Renata tenía que llevarlo al restaurante con ella.
No había previsto despertarse de nuevo esa mañana y encontrarse sola en la cama. De hecho, se despertó con Harry dándole un puñetazo en la cara, alegando que tenía hambre. Cuando se dio la vuelta en la cama y vio que James ya no estaba a su lado, lo único que encontró fue una nota que decía que la vería más tarde esa noche. No había más explicaciones, sólo un simple dibujo de una cara sonriente al final, dejándola positivamente perpleja.
