"Eres hermoso"

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Prompt 5: "Eres hermoso"

     Sherlock Holmes nunca fue alguien que se dejara deslumbrar por la belleza física de otros humanos. Tenía sentido de la estética y era capaz de reconocer, por supuesto, cuando estaba frente a un individuo ―del sexo que fuera― cuya apariencia destacara por encima de la media debido a alguna cualidad en específico. Se tratase de rasgos simétricos, sonrisa bien cuidada o mirada de color exótico, evaluaba y descartaba estos datos fútiles con frialdad. De no ser relevantes, solo eran simple decoración.

     William James Moriarty era un compendio de todas las características mencionadas, y un día se deslizó intempestivamente dentro de su punto de interés mientras deambulaba por los salones del Noathic. Fue víctima de su análisis desinteresado; sin embargo, invirtió el juego ventilando más detalles respecto a su persona de los que Sherlock siquiera pensó en revelar sobre él.

     Con semejante despliegue de ingenio y audacia le atrajo sin proponérselo. En lo sucesivo, se sorprendió recordando la profundidad escarlata de esos ojos sobre la piel impoluta; el cabello dorado y fino que por un instante le rozó la cara cuando se le acercó para olerlo. La hermosura de una persona podía ser intrascendente para muchos fines prácticos, pero en lo referido a él, Sherlock sintió como si añadiera un misterio más a la colección de enigmas que guardaba entre esas manos elegantes que escondía tras la espalda con tanto recato.

     Ahora que tenía el privilegio de observarlo desvestirse delante del espejo ovalado antes de dormir, echaba por tierra esas creencias relativas a lo bello sin pestañear. Lo admiraría encantado inclusive después de años, sin ninguna razón de peso.

     ―¿Me veo tan divertido? ―De repente, su reflejo le contemplaba con aire curioso. Todavía sonriéndose, Sherlock se levantó de la cama y fue a rodearle la cintura por detrás.

     ―No exactamente ―repuso. Descansando el mentón encima de su hombro, aprovechó que acababa de quitarse la corbata roja para abrirle el primer botón de la camisa―. Más bien, te ves apetecible ―susurró pegándole los labios al cuello―. Adivino que te tomas tu tiempo en quitártela solo para que yo te mire y venga a por ti, ¿mmm?

     ―Qué lascivo te has vuelto para hacer tales conjeturas ―se rio―. Nada más no me gusta arrancarme la ropa y dejarla regada por el piso como sueles hacer.

     ―Eso no te lo niego. ―Contempló sus imágenes unidas en el cristal y se dispuso a desprenderle también del siguiente―. Aunque si te ayudo, tal vez se me peguen algunos de tus hábitos.

     ―Ya quisiera creerte ―dijo con una mueca invitadora, dejando caer las manos a sus costados.

     Cuando comenzaron a convivir luego de la huida y su relación trocó indefectiblemente en una de amantes, Liam acostumbraba a rehuir sus atenciones. No era solo que el contacto físico le fuera ajeno, como también le sucedía a él, sino que además encerraba una incapacidad para desprenderse de sus innumerables defensas y dejarse bajo el cuidado de otros. Tal era su hermetismo al respecto que a Sherlock le llevó un tiempo determinar la causa exacta; y todavía más ser acreedor de la confianza necesaria para abrazarlo cuando quisiera.

     ―No eres la persona horrible que te has convencido que eres ―le dijo la primera vez que se acostaron. Aun en ese momento tan íntimo, lo veía atormentarse por pensamientos que quizá jamás expresaría―. Y no me interesa ninguna otra opinión, bastante te conozco ya.

     No se refería al cuerpo yaciente a su merced, pero entonces había recorrido con la boca las cicatrices fantasmales que encontró a lo largo de sus brazos. Al igual que en esos instantes, mientras le descubría ahora el pecho blanco y cincelado enfrente del espejo, Sherlock quería besarlo de la cabeza a los pies; transmitirle lo valiosa que era para él su sola existencia. Aspiraba a ser capaz de borrar poco a poco de su corazón los vestigios de aquel pasado que lo hería, o al menos compensar el dolor y las culpas con los sentimientos que se profesaban el uno al otro.

Al final del problema quedamos los dosWhere stories live. Discover now