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La casa de Mark no era como cualquier casa. Era una mansión gigante. El se bajó del auto y empezó a caminar hacia la casa mientras miraba su celular

Henry, el chofer me abrió la puerta y yo me baje mientras admiraba la gran mansión de Mark. Los empleados empezaron a bajar todas mis cosas y a entrarlas a la casa

—¿Vas a entrar o te dejo afuera?— pregunto sin quitar la vista de su celular.

Estoy segura que este hombre es adivino, ¿como supo que no estaba caminando?

—¿Y? ¿Vendrás o no ?— me miro alzando una ceja.

Lo mire sin responder, empecé a caminar hacia la casa mientras miraba a todos lados admirando.

Por dentro la casa se miraba como un laberinto, todo es increíblemente enorme.

—¿Vives tu solo?—inquiero.

No hubo respuesta por parte de el

—¿Y... tienes esposa?—pregunte, curiosa

Suelta una risita, el apartó la mirada de su celular para mover sus ojos azules sobre mi.

—Soy divorciado.—comenta.

—¿Que edad tienes?¿40?

—Haces muchas preguntas, sabes.

Apretó mis labios.

—Sube y vete a dormir.—ordena, como si fuera una niñita de 6 años.

—Tu no eres mi dueño, Mark.—digo con firmeza, el sonríe de lado.

—Querida...— se acerca hacia mi, su mano toca mi mejilla y luego baja a mi quijada—Quieras o no, yo soy tu dueño ahora.

Retrocedo.

—¡Amelia!—grita, y con rapidez una mujer ya adulta se acerca rápidamente.

—Digame, señor, ¿en qué le puedo ayudar?— la mujer pregunta con la cabeza baja.

—Llévala a Elizabeth a su habitación.

La mujer me mira para después bajar de nuevo la cabeza y decir—Si, señor.—siento la mirada intensa de Mark sobre mi, como un ratón enfrente de una serpiente.

***

Mark

Elizabeth... no puedo negar que es una joven muy linda, las fracciones de su cara, su cuerpo delgado y su cabello rubio ondulado hace que se mire como una muñequita de porcelana.

Sin embargo tiene un defecto, es muy curiosa, le gusta preguntar sobre todo y eso puedo afectar en mi trabajo.

Además, ¿40?,¿Acaso me miro de esa edad.

Es una chica linda, lastima que tiene padres muy codiciosos, les gustan mucho las apuestas y es perder todo o nada, no les importo perder a su hija por solo una apuesta.

Además que sus padres no son unos santos, por tener más dinero la venderían a un hombre conocido por usar a las chicas como juguetes sexuales, podré matar y lastimar personas, pero no significa que tenga un corazón malo o incluso que deje que le hagan algo malo a una simple chica, el hombre le iba a arruinar su vida.

No digo que conmigo tendrá la mejor vida posible, pero que tendrá una vida buena, la tendra.

***

—Elizabeth, ven.—le exijo desde la cocina.

Ella me miro—No gracias, estoy bien donde estoy.

—¿Acabas de decir que no?—alce una ceja apretando mi mandibula.

Yes, Baby GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora