Capítulo 22

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El tiempo es un fenómeno verdaderamente arbitrario a la hora de decidir su velocidad de ocurrencia. Cuando se quiere que pase lento, acelera a todo motor. Cuando se quiere que avance rápido, se congela y se vuelve espeso.

O a veces, simplemente pasa sin dar oportunidad a desear una opción.

Y ese es precisamente el caso que le toca a quien con una extraña sensación en el pecho yace estático mientras una de sus estilistas de confianza le ayuda a ajustar su corbata.

—Perfecto, ni se te ocurra moverla de su lugar Harry.—La voz femenina lo saca de su pequeño viaje existencial que acaba de tener de forma desapercibida.

—Gracias Sarah.—Se demora unos minutos en responder luego de terminar de aterrizar por completo.

La chica le asiente con una sonrisa amable y se dirige hacia quién sabe dónde, seguramente a lustrar por tercera vez sus zapatos o planchar su chaqueta. Le extrañaría el exceso de atención e intentaría calmarla con un "no es necesario", pero no puede culparla. Esa actitud no es más que un elemento de la sincronía caótica que se vive en ese departamento, en los preparativos previos al esperado evento que podría otorgarle finalmente el título del Modelo del Año a Harry Styles.

Sarah por allá con los zapatos, Lou buscando brochas de maquillaje, Daniel haciendo llamadas en el balcón, Mitch fotografiándolo en cada parte del estresante proceso. Los trabajadores de mayor confianza de todos los rubros de Gucci a su total disposición.

Y no puede evitar extrañar a un trabajador en particular relacionado a Gucci en la escena.

—Pero qué galán.—Comenta Daniel, de milagro guardando su celular en su bolsillo.—Hoy será tu noche, te lo aseguro Harold.

—¡No la toques!—Sarah casi vuela de vuelta cuando ve al hombre acercar su mano peligrosamente a su corbata, brindándole un manotazo.

—Lo siento.—Alza las manos en señal de inocencia.—¿Y... cómo te sientes?

No viene ninguna palabra al lienzo en blanco de su cabeza, pues no hay nada disponible en su conocimiento de léxico que pueda definir exactamente cómo se siente en esos momentos. Es tanto y a la vez... nada.

Esperó y ansió con tantas fuerzas un día como este que cree haberse estancado en la etapa de preparación por costumbre, en las simples suposiciones y escenarios hipotéticos. "¿Y si gano?" "¿Y si no gano?" Mierda, se le hace increíble que esté a horas de resolver aquella famosa interrogante.

Y cuando recuerda lo último sufre un revoloteo desde la boca de su estómago, uno que quema y burbujea hasta llegar a su garganta y luego contagiarlo de una sonrisa. Inexplicable pero radiante. Sin embargo, después de ese no sé qué de potencial euforia, viene aquella mano que desconecta un cable en él y no le permite seguir funcionando.

Es como si su inconsciente se sintiera culpable por sentir todas esas sensaciones plenamente a sabiendas de que no está Louis alegrándose con él, o de que no está en lo absoluto y no sabe cómo se encuentra.

Tuvo muchas veces durante esas semanas la estúpida idea de llamarlo para avisarle que... avisarle que ¿estaba nominado? ¿Que quería que fuera? ¡Claramente él sabía, apareció en televisión y en todas las revistas! ¿Por qué él era el encargado de buscar a Louis? ¿No debería ser al revés? Al diablo, él se podía ir al diablo.

Y así cada vez que apareció el pensamiento fue rápidamente sepultado.

—Me siento tranquilo, dispuesto a lo que sea que pase.—Harry decidió responder, complaciendo al mayor.

—Me alegra escuchar eso.—Le sonríe dándole un par de palmadas en el hombro.—Salimos en 20.

El ojiverde asiente con una leve curvatura adornando sus labios, ahora atestados de un sutil brillo labial. Daniel se da la media vuelta dispuesto a seguir en lo suyo mientras termina de afinar detalles, pero cuando está a punto de comenzar a alejarse una idea asalta la mente de Harry cual destello.

GUCCI & ADIDAS | Larry StylinsonWhere stories live. Discover now