Capítulo seis

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– Itachi hijo, vamos a salir a visitar a un amigo de Sasuke. Nos vemos hasta la noche. – Hablo con autoridad Fugaku. Aquel fin de semana había llegado y el pelinegro estaba sumamente impaciente, quería que sus padres se fuesen rápido para así lograr escaparse a la fiesta del lago. 

– Adiós padre, adiós madre, adiós Sasuke. – Dijo con ternura el Uchiha mientras miraba con una sonrisa falsa a sus padres, estaba muy apresurado. Con confianza la familia se fue en su auto, dejando al menor solo otra vez. 

Este miraba de un lado para el otro confirmando que sus papás ya se habían ido, y con suerte fue así. Con algo de prisa el pelinegro caminaba hacia una casa en específico, el hogar de su querido primo Shisui. Tocó el timbre dos veces y esperó a que el mayor el abra la puerta, debía pedirle un favor bastante importante y sabía perfectamente que él lo apoyaría en esta locura.

– Oh, Itachi. Desde hace mucho no vienes a visitarme. – Saludó con cansancio el mayor mientras se tallaba un ojo, lo más probable es que haya estado descansado. – No te quedes ahí, entra. – Y así, el pelinegro se sentó en uno de los sillones que habían en esa pequeña sala, al igual que Shisui. 

– Necesito un favor tuyo, es muy importante. – Habló serio Itachi posando su mirada en los ojos de su primo, este de igual forma estaba al pendiente de cada palabra que salía de los labios del menor.

– Ya sabía yo que no venías a saludarme... – Shisui se había puesto cabizbajo, el pelinegro le miraba de forma extraña. Estaba muy confundido. – Es broma, es broma. ¿Qué necesita mi primito? – Las palabras del Uchiha mayor tenían unas ligeras y burlona risas, Itachi no tenía tiempo para jugar con Shisui. Tenía cosas más interesantes por hacer.

– Préstame tu moto. – En ese preciso instante, el mayor se sobresaltó como nunca. Esperaba que el menor le pidiera cualquier cosa menos su medio de transporte. – Mira, hoy voy a salir. Y de verdad que la necesito. – Habló con suma determinación el pelinegro, ya se le estaba haciendo tarde y también debía recoger a Kisame en su casa.

Shisui estaba dudoso, de verdad que le daba miedo que Itachi se llegase a lastimar o que su motocicleta se arruine. – Está bien, te la presto. Hoy es mi día libre y no la voy a necesitar. – Pero de todas formas, decidió darle la confianza de otorgársela. Sabía perfectamente que el pelinegro era alguien responsable, y que no haría ninguna locura con ella. 

– Gracias. – Habló felizmente el menor con una sonrisa sutil. Su plan estaba marchando a la perfección, y Shisui no sospechaba nada.

– ¡Cuídala mucho oíste!, y ten cuidado con los policías, no tienes licencia para conducir. – El Uchiha mayor se había levantado con algo de pereza del sofá y tomó de la mesa las llaves de su amada moto. – Recuerda traerla tanqueada, es gasolina de la especial, no corriente. – Itachi no esperaba que el pelinegro cuidase más ese vehículo que a su propia vida. 

Shisui llegó nuevamente al sofá y le dio las llaves a su primo, este le agradeció nuevamente y con rapidez salió de ese lugar, pero sin antes despedirse del mayor. Ciertamente desde hace mucho ya sabía conducir motocicleta, pero nunca había salido a la calle y ni mucho menos con un acompañante. Ahora no debía pensar en sus preocupaciones, más bien, debía pensar en qué ponerse para ir a esa súper fiesta en el lago.

[...]

– Ita, hoy te ves más lindo que de costumbre. La verdad es que desde hace mucho tiempo me gustas. – Y ahí estaba el mayor, practicando como por cuarta vez en el día como declarársele al menor. Pero ninguna de sus palabras le convencía completamente. – Itachi, nunca supe cómo decirte esto. Pero te amo. – Sonaba simplemente enfermo, ¿Debía esperar a que todo fluya y soltarse con el pelinegro libremente?, Mejor no, no quería arruinar su momento sublime con aquel precioso y encantador Uchiha.

¿Porqué se le estaba haciendo tan difícil decirle?, Itachi era un chico común y corriente que tenía un corazón de oro, era cariñoso y muy lindo. No sé tomaría tan mal la noticia, ¿O sí?.

Nuevamente sus inseguridades volvían a salir a la luz, con rapidez se tiró a la cama y puso observar con detenimiento el oso gigante que le había regalado el Uchiha. Tal vez, y solo tal vez el menor tenga una chispa de amor dentro de él, lo creía, pero no podía evitar sentirse terriblemente mal cuando pensaba en él. Ese amor le estaba trastornando por dentro, y no es que nunca se le haya declarado a alguien o algo por estilo; pero el pelinegro era un caso diferente. Todo en ese chico era diferente.

Y de igual forma, una ferviente duda le estaba matando desde hace días, ¿Porqué los Uchihas fueron excluidos de todo?. Sabía que no debía buscar algo como eso, más sin embargo, se armó de valor y se puso a investigar desde su móvil el extraño caso de la familia del menor. En medio de su búsqueda, le salió un pequeño documental de exactamente quince minutos. Entró y se puso a analizar con cuidado cada palabra del narrador, que aparentemente era un joven universitario.

"Ahora mismo estamos parados en la entrada del valle Uchiha, y aunque no lo sepan, esta familia es de las más extrañas que se han reportado en el país. Una de las suposiciones más populares que se hicieron acerca de esta familia es que algunos de ellos tenían algún pacto con el demonio o algo así, dándoles la capacidad de ver el futuro. Por esa razón es que en los años 1800, un hombre del consejo propuso masacrar a todos y a cada uno de ellos, sin importar de que fuesen mujeres o niños. Todas las personas de Konoha estuvieron en desacuerdo, ya que no conocían la supuesta verdad que los Uchihas ocultaban, Así que el consejo no tuvo de otra que excluirlos fuera de la ciudad, para así evitar malentendidos con ellos.

Se dice también que los Uchihas son muy inestables emocionalmente, cualquier evento traumático que hayan vivido en carne propia es capaz de hacerlos caer en la locura. Los casos más populares que se reportaron de esto es que un par de Uchihas, Obito y Madara, se volvieron asesinos seriales en cubierto gracias a varias decepciones que tuvieron durante su vida.

Pero ahora en la actualidad esta familia ya no representa ningún problema para la sociedad, todo lo contrario, son muy pacíficos y hasta ellos mismos crearon su propia fuerza policial, que se podría decir que es la mejor que ha tenido Konoha hasta ahora. Pero de todas formas, tengan mucho cuidado cuando vayan a-" 

En ese preciso instante pudo sentir como la puerta de su casa era tocada, el pelinegro había llegado. Con rapidez cerró el documental y se dispuso a bajar las escaleras de su casa con rapidez. Abrió la puerta y pudo darse cuenta que su amigo estaba en prendas con las que nunca esperaba verlo: Estaba en bermudas, dejando a la vista sus delgadas e impecables piernas, de igual forma llevaba una camisa blanca abotonada que hacía resaltar su marcado torso, y finalizando con su hermoso y lacio cabello negro que se hallaba atado en una coleta bastante apretada. 

El corazón del peliazul se aceleró con rapidez y sus mejillas se tornaron de un fuerte color carmesí. esperaba ver al menor bien arreglado, pero todo eso había superado sus expectativas horriblemente. 

– Te ves bien. – Habló amablemente el pelinegro. Ese simple cumplido fue capaz de hacer temblar al mayor, Itachi se dio cuenta de que no le iba a responder, así que se dispuso a hablar de nuevo. – Mira, compre estas gafas de sol cuando venía para acá. – El menor había sacado de su pequeño bolso un par de lentes oscuros, uno para Kisame y el otro para él. – Ten. – 

– Gracias, Ita. – Dijo el mayor recibiendo con cortesía aquel par de lentes para después guardarlos en su bolso, se los pondría cuando estén en el lago. – ¿Y en qué nos vamos? – Pregunto con duda el peliazul.

– Vine preparado. – El menor abrió paso detrás de él, mostrando consigo aquella gran moto con el emblema de la policía Uchiha. Kisame quedó perplejo, no sabía que ese pequeño chico era capaz de domar semejante bestia. El pelinegro nuevamente se había montado en el vehículo para después encenderlo y ponerse su casco. – Ven, súbete. Ya nos vamos. – 

El peliazul se sobresaltó de sobremanera al darse cuenta que debía sentarse detrás del pelinegro, odiaba que el menor lo torturara de esa manera, pero procuraría estar lo más lejos posible de la fuerte figura de Itachi. Esperaba con todo su ser que ese viaje fuera corto, no soportaría ni un segundo más estando en esa pose con el pelinegro.

Con mucho cuidado el mayor se había montado en aquella moto, evitando al máximo algún tipo de contacto físico con el Uchiha, se colocó en otro casco y el pelinegro se dispuso a ponerse en marcha. 

PRODIGIO | KisaitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora