Capítulo 9: Decisión

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 9: "Decisión"

Sus besos eran dulces, irresistibles y apasionados. Kagome jadeó ante los roces cada vez más fuertes, su lengua más osada, su boca más exigente. Sentía que el corazón le iba a estallar, necesitaba respirar, necesitaba aire y necesitaba volver a la realidad, esto no estaba pasando, no podía estar pasando. Su cuerpo se convulsionó cuando Inuyasha deslizó sus manos cálidas bajo la tela de su pijama, apartó la boca de la de él a duras penas, los labios del hombre húmedos y hambrientos se deslizaron hacia su cuello, entonces la muchacha entreabrió los ojos, recordando otra vez las palabras de Sango. Sango... esto... era un juego... un juego cruel de Inuyasha... ¿debería evitarlo? El hombre volvió a besarla en la boca, ella sintió de pronto que caía a un abismo poco a poco, la cabeza le dio vueltas, ya ni siquiera sabía qué estaba pasando, sólo sabía que se perdía en un mar de caricias, besos y un calor extremadamente agobiante.

Él se apartó y la miró con ojos llenos de deseo, bajó la vista y desabotonó los dos primeros botones de su pijama, miró otra vez a Kagome que parecía estar completamente en shock, pues de pronto estaba inmóvil y con los ojos completamente cerrados. Inuyasha jadeó y luego de que vio que ella no se movía se dio cuenta que en realidad estaba desmayada. Se apartó rápidamente casi cayéndose de la cama. El primer impulso fue tomarle la muñeca, notando las pulsaciones suaves y lentas. Suspiró pesadamente. Sin duda se había desmayado. ¡Demonios! ¿Qué había pasado? Se sintió un aprovechador miserable al notar como la fiebre parecía haber aumentado en ella, tenía la frente sudorosa, los cabellos húmedos, y el vaivén de su pecho comenzó a ser cada vez más notorio.

Con la excitación aun en el cuerpo, caminó aprisa a la cocina y sacó las medicinas que le había comprado. Preparó una infusión y luego fue al refrigerador y extrajo una buena cantidad de hielo los cuales envolvió en una toalla. Volvió con Kagome y se la posó sobre la frente, al instante ella entreabrió los ojos casi enrojecidos. Él deslizó la mano tras su nuca obligándola a levantar la cabeza, le dio de beber del brebaje, la muchacha lo hizo y luego la dejó con delicadeza otra vez.

- Lo... lo siento...- Murmuró ella muy bajito.

El editor meneó la cabeza esta vez respirando más suave, afortunadamente (¿o lamentablemente?) ya toda la "conmoción" había pasado.

- No, tranquila... perdóname tu... – Respondió, ella frunció el ceño-... no debí...

- Te... te... ¿arrepientes?- Gimió en un hilo de voz. Casi podría llorar pero lo soportó estoicamente.

Inuyasha se sentó a su lado y le acarició la mejilla, muy serio.

- Ya te dije que no me arrepiento... lo que me arrepiento es haberlo hecho ahora y en tu estado... soy un malsano. – Sonrió luego. La muchacha también le sonrió.

- No... un... malsano no... un... impulsivo... tal vez.

- ¿Crees que fui impulsivo?- Dijo él levantando ambas cejas. Si ella en verdad supiera todo el tiempo que llevaba meditando el asunto hasta el punto de casi enloquecer, seguro no diría que era impulsivo... al menos no en este caso.

Kagome suspiró sintiéndose cansada y mareada.

- Ojalá... no... no estuviera así... yo... - Murmuró. Si hubiera estado en condiciones normales, no desnudaría su corazón de la forma en que lo estaba haciendo ahora, pero el delirio de la fiebre la consumía- ... Inuyasha... por... ¿por qué?

El Hombre PerfectoWhere stories live. Discover now