Nacimiento

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-¡Respira, inspira, respira, inspira!-decía la matrona observando con ilusión el cómo el bebé comenzaba a mostrar la cabeza-¡Vamos, Sara, ya queda poco! ¡Empieza a asomar!

En el paritorio solo se oía la agitada respiración de la madre, acompañado de desgarradores pero aliviados gritos de dolor. La matrona y un par de doctores ansiosos veían la escena, con la ausencia del dejado padre de la criatura, que aunque entre un charco de sangre y dolor indescriptible, yacía una gran esperanza y el crecimiento de una familia, que aunque fuera de lo común, pudiera seguir adelante con su legado.

Los gritos empezaban a sonar desesperantes y agotadores, pero la madre no podía dar más de sí, sacando fuerza de donde creía que no había. No hay nada que frene la fuerza y el poder sobrehumano de una madre.

-Ya viene, ya viene-comentaba la matrona mostrando una sonrisa mientras agarraba la cabeza del crío, es al primer parto donde era de gran ayuda, en los anteriores, pues al estar de pruebas, solo observaba a las más veteranas en el oficio, y la alegría de traer una vida a la Tierra era su más preciado deseo. Comenzaba a mostrar un gesto más sereno observando el rostro del pequeño-Perdone, mire esto-comentaba en voz baja indicándole al doctor auxiliar, observando un rostro pálido.

La madre seguía haciendo fuerza para sacarlo.

-¡Corre! Hay que sacarlo rápido, es urgente-comentaba el doctor agitado.

Entre matrona y madre consiguieron sacar al pequeño, con una cara, aunque bonita y rechoncha, con tez azulada. Los rostros de los médicos y la matrona quedaron descompuestos. Rápidamente consiguieron sacarlo completamente, con la madre desesperada y entre lágrimas pedía ver a su hijo. El doctor agarraba al pequeño por las piernas y le dió unas palmadas en el trasero, pero éste no reaccionaba.

-¡Rápido! ¡Llamad a emergencias, hay que hacer algo!-gritaba agonizante el doctor frente al rostro inanimado de la madre que observaba la escena, sin habla.

Tras cortar el cordón umbilical, lo tumbaron en una camilla. La madre solo pudo ver a los médicos, doctores y matronas que llegaron tras los gritos, con el crío tras ellos, para pasados si acaso un minuto, dar la trágica noticia de que el bebé había muerto asfixiado por falta de líquido amniótico instantes antes de asomar la cabeza.

Todos se derrumban, cuando entonces llegaba corriendo el padre, rompiéndose tras enterarse de la trágica noticia. Éste observó el rostro decepcionado y triste de su esposa, con la mirada perdida, entonces ella miraba a su esposo con gesto de enfado, para a continuación ponerse todo oscuro.

La madre despertó agitada, sudorosa y llorando. Se encontraba en el mismo paritorio, misma matrona, mismos doctores, y sin señas del marido. Se observaba la barriga a la vez que se la agarraba fuerte para darse cuenta que lo que estaba ocurriendo era cierto: todavía no había nacido su hijo, y pudo notar un movimiento leve en el interior.

-No, no, no, no, no...-eran las únicas palabras que salían de su boca-Otra vez no...-mientras miraba a su alrededor.

-¿Qué ocurre?-le preguntó preocupada la matrona.

-No puede estar pasando, no puede estar pasando-nerviosa, y aún agarrándose fuerte con una mano la barriga y la otra mano la camilla, a la vez que temblorosa.

-Tranquila, solo respira, inspira, respira, inspira... Eres fuerte-le animaba con una sonrisa.

-No, no, no... Sacármelo ya-rogaba serena a la matrona y los doctores.

-Tranquila, es normal que estés nerviosa.

La mujer agarra a la matrona por el camisón.

-Sacármelo ya, sea como sea, pero ya, se está muriendo-todos la observaban extrañados-, como tardemos más...

Todos trataban de tranquilizarla, mientras repitían "respira, inspira" seguidas veces. La madre desesperada por el trágico futuro de su hijo, agarró un bisturí que se encontraba en una mesita al lado y rápidamente empezó a cortarse la barriga.

-¡¡Eh!! ¡Que alguien la frene!-gritaba un doctor que se encontraba en la puerta.

La matrona trataba de quitarle el bisturí, mientras la madre mostraba un gesto amenazante con el objeto cortante en la mano, provocándole accidentalmente un pequeño corte en el brazo de la joven. Brutalmente continuó cortando entre gritos de dolor y forzajeando con los doctores que trataban de frenar tal barbarie.

Todo estaba lleno de sangre, la madre se mostraba muy agotada, pero el corte era lo suficientemente profundo como para sacar al pequeño.

-Salvadle-decía con voz tenue y los ojos entrecerrados.

Rápidamente los doctores corrieron a sacarle al hijo, mientras que la matrona se quedó apartada, tirada en el suelo, observando la escena muy impactada, no sabía cómo reaccionar. Con el niño en brazos, observan que tenía la cara pálida.

-¡Rápido! ¡Llamad a emergencias, hay que hacer algo!-gritaba el doctor, agarrando al crío y dándole una palmada en el trasero.

Para sorpresa de todos, éste empezó a llorar.

Entonces llegó el marido tras escuchar todo el escándalo, para quedarse sin habla al encontrarse a su esposa ensangrentada con la barriga abierta, y los ojos entrecerrados. Corrió hacia ella, mientras que la abrazaba, comprobaba que pudiera estar viva, pero ya era tarde, llorando en el pecho de su esposa. Entonces el llanto del pequeño lo avivó, lo tenía uno de los doctores en los brazos, para dárselo rápidamente al padre. Éste le miró a los ojos, y vio en él la mirada de su esposa. Y entre llantos y dolor, abrazó fuerte a su hijo, al que minutos antes su madre vio morir.

Visiones: Una historia de Destino FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora