Cuentos del Conejo Blanco para niños

LAS PRADERAS DE LOS CONEJOS

Existe en algún lugar la pradera Dulce de Navidad, es un lugar hermoso, tiene los dulces de navidad más delicioso que puedas comer. Sus habitantes son todos conejos, hermosos conejos de todos los colores, entre todos ellos seguro puedes encontrar muy encantadora a la familia Conejo, son blancos igual a copos de nieve, una nariz rosada que parecen los bastones de dulce de aquel lugar. Aquella familia era la líder de todos los conejos y todos en ella son conejos de gran estatura, un pelaje hermoso y el más blanco que puedas encontrar, también son rápidos y muy fuertes, pero, la hija número 10 del Sr. Conejo era estremadamente pequeña y con una mancha negra en su pecho.

Hacía mucho que en la familia Conejo no había algún niño como ella, la pequeña coneja permanecía dentro de la casa y no se le permitían salir porque su padre temía que le pudiera pasar algo, ella tenía una gran fuerza de voluntad y no era enfermiza, pero su padre estaba muy asustado de que algo le pasará. La pequeña Conejo deseaba mucho salir y tener amigos, pero más que todo deseaba ayudar a hacer dulces de navidad, que era lo que todos los conejos de la pradera Dulce de Navidad hacían y ella también quería hacerlo.

Desde la ventana de su habitación podía ver la fábrica de dulces y a todos los conejos en una fila caminando a trabajar, todos muy encantadores y alegres. Los conejos de aquella pradera aman su trabajo, porque esto hace a todos felices. Mientras tanto, la pequeña Coneja en su cuarto imaginaba cuando al fin pudiera salir, sabía que su padre solo deseaba cuidarla, pero, no podía encerrarla por siempre, por eso mientras esperaba al fin ser liberaba de su encierro leía libros, escribía historias y en su mundo imaginario vivía grandes aventuras.

Una tarde mientras la Coneja estaba sentada en la ventana viendo a los conejos tomando chocolate del río para hacer dulces, un pequeño niño conejo gris venía corriendo y se subió a un árbol, la pequeña Coneja no sabía quién era o que hacía, así que se quedó observando, pero en un momento este desapareció entre las ramas de los árboles, se escuchaba gente gritando y corriendo a lo lejos. Mientras observaba lo que sucedía abajo, un Conejo Gris apareció delante de ella en una de las ramas cerca de su ventana, le pidió que lo escondiera con voz muy alterada, no podía creer que un extraño se atreviera a darle ordenes, La Conejo lo miro con seriedad y le dijo que no podía ayudarlo y él, al ver la negatividad de la Conejo salto dentro de la habitación y se escondieron debajo de la ventana, un grupo de personas se había acercado hasta la casa, solo escuchaba voces, nunca las había escuchado, pero sentía que debía esconderse.

Luego de unos minutos la Coneja y el Conejo Gris se levantaron y este la soltó, se sentó en un sillón cercano y parecía más calmado que hace unos minutos, la Conejo comenzó a hacer un montón ¿Porque había entrado a su habitación? ¿De quiénes eran esas voces? ¿Lo estaban persiguiendo? ¿Acaso era alguien malo? Y como no le daba la oportunidad de contestar al Conejo Gris, el solo la miraba de cierta forma intimidante que la hizo callar. Cuando estuvo tranquila, calmada y callada, le explicó la situación.

Al norte de la pradera Dulce de Navidad había una banda de Horrores, quienes eran criaturas gigantes, su cuerpo era como una neblina gris flotando, sus ojos anaranjados brillaban como la lava de un volcán hirviendo. Comían carbón, era su comida favorita, por eso atacaban lugares donde hubiera minas de esto, una docena era capaz de arrasar con el lugar y a los habitantes de aquellos lugares los obligaban a trabajar en las mismas si querían tener dónde vivir.

Eran criaturas espeluznantes, habían acabado muchos lugares, la pradera del Conejo de Pascua era uno de esos y de ahí era donde venía el Conejo Gris. Había escapado porque no quería trabajar en las minas y así después de varios días había llegado allí. El Conejo Gris le contó que los Horrores planeaban acabar con aquel lugar, porque cerca de la planta de dulces habían sentido un olor a Carbón único, debido al chocolate. Exactamente debajo del rio de chocolate a algunos metros había carbón único para estas criaturas.