{ Capítulo 13 }

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Levanto la mirada hacia él. Deja una bolsa grande de una tienda de ropa en una silla y agarra ambos extremos de la toalla que lleva alrededor del cuello. Sus impenetrables ojos grises me miran fijamente. No tengo ni idea de lo que está pensando, como siempre. Sabe esconder lo que piensa y lo que siente.

—¿Cómo he llegado hasta aquí? —le pregunto en voz baja, compungida.

Se sienta a un lado de la cama. Está tan cerca de mí que podría tocarlo, podría olerlo. Madre mía... Sudor, gel y Christian. Un cóctel embriagador, mucho mejor que el margarita, y ahora lo sé por experiencia. Esto me matara.

—Después de que te desmayaras no quise poner en peligro la tapicería de piel de mi coche llevándote a tu casa, así que te traje aquí —me contesta sin inmutarse.

—¿Me metiste tú en la cama?

—Sí —me contesta impasible.

—¿Vomite? —le pregunto en voz más baja.

—Sí – ¡¡Qué vergüenza!!

—¿Me quitaste la ropa? —susurro. Di que no. Di que no.

—Sí – me mira alzando una ceja y me pongo más roja que nunca.

—¿No habremos...? Lo digo susurrando – ya sabes....

—Alexa, estabas casi en coma. La necrofilia no es lo mío. Me gusta que mis mujeres estén conscientes y sean receptivas —me contesta secamente.

—Lo siento mucho. No quise decir eso – sus labios esbozan una sonrisa burlona.

—Fue una noche muy divertida. Tardaré en olvidarla.

—Yo también... – oh, está riéndose de mí, el muy hijo de... Yo no le pedí que viniera a buscarme. No entiendo por qué tengo que acabar sintiéndome la mala de la película.

—No tenías por qué seguirme la pista con algún artilugio a lo James Bond que estés desarrollando para vendérselo al mejor postor —digo bruscamente. Me mira fijamente, sorprendido y, si no me equivoco, algo ofendido – solo digo

—En primer lugar, la tecnología para localizar móviles está disponible en internet. En segundo lugar, mi empresa no invierte en ningún aparato de vigilancia, ni los fabrica. Y en tercer lugar, si no hubiera ido a buscarte, seguramente te habrías despertado en la cama del fotógrafo y, si no recuerdo mal, no estabas muy entusiasmada con sus métodos de cortejarte —me dice mordazmente. ¡Sus métodos de cortejarme! Levanto la mirada hacia Christian, que me mira fijamente con ojos brillantes, ofendidos. Intento morderme el labio, pero no consigo reprimir la risa.

—¿De qué crónica medieval te has escapado? Pareces un caballero andante de brillante armadura – veo que se le pasa el enfado. Sus ojos se dulcifican, su expresión se vuelve más cálida y en sus labios parece esbozarse una sonrisa. Eso me encanta.

—No lo creo, Alexa. Un caballero oscuro, quizá —me dice con una sonrisa burlona, cabeceando—. ¿Cenaste ayer? – su tono es acusador.

Niego con la cabeza. ¿Qué gran pecado he cometido ahora? ¿Le molesto lo que dije? Se le tensa la mandíbula, pero su rostro sigue impasible.

—Tienes que comer. Por eso te pusiste tan mal. De verdad, es la primera norma cuando bebes – se pasa la mano por el pelo, pero ahora porque está muy nervioso.

—¿Vas a seguir riñéndome?

—¿Estoy riñéndote?

—Creo que sí. Eso es lo que haces

Amor y OlvidoWhere stories live. Discover now