{Capítulo 43}

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Lo miro, está tan atractivo que no puedo evitar morderme el labio. Se inclina y me besa con suavidad, y no puedo controlarme. Me cuelgo de su cuello y mis dedos se enredan en su pelo aún húmedo. Con el cuerpo pegado al suyo, le devuelvo el beso. Mi ataque lo toma por sorpresa, pero, tras un instante, responde con un grave gruñido gutural. Desliza las manos por mi pelo y desciende por la espalda para agarrarme por atrás pegándome a él

—Vaya, parece que el descanso te ha sentado bien —murmura—. Te sugiero que vayas a ducharte, ¿te recuesto ahora mismo en el escritorio?

—Prefiero ducharme —le susurro temeraria mientras me aleje de él – nos vemos luego Cristian

Estaba caminando hacia la puerta pero me toma de la cintura pegándome a él mientras besaba mi cuello

—Tú... eres... mía —dice, marcando bien cada palabra—. ¿Entendido? Lo dice tan serio que me hace estremecer

—Lo tengo claro Cristian – susurre – pero por ahora quiero bañarme, tengo que irme a ver a mi madre

—¿Seguro que tienes que irte a Georgia? –Asiento despacio. Y, en ese breve instante, veo alterarse su expresión y noto cómo cambia su actitud. Se retira bruscamente y yo hago una mueca de dolor.

—¿Te duele? —pregunta inclinándose sobre mí.

—No me gusta que cambies de emociones así Cristian

—Me gusta que te duela. —estaba enojado y se notaba. No lo entiendo, a veces está bien y otras está mal

—Sabes que no me gusta que me trates así – no me contesta—Más vale que vaya a darme una ducha.

Camino hacia la puerta para irme pero giro la cabeza al ver que frunce el ceño y se pasa una mano por el pelo.

—Tengo un par de llamadas más que hacer. Desayunaré contigo cuando salgas de la ducha. Creo que la señora Jones te ha lavado la ropa de ayer. Está en el armario.

—¿Qué? ¿Cuándo lo ha hecho? – no me contesto solo sonrió—Gracias—murmuro.

—No se merecen —dice automáticamente, pero noto cierto tonillo en su voz. —¿Qué? —suelta, y entonces me doy cuenta de que estoy frunciendo el ceño.

—¿Qué pasa? —le pregunto en voz baja.

—¿A qué te refieres?

—Pues a que estás siendo aún más raro de lo habitual. Es... extraño

—¿Te parezco raro? –Trata de reprimir una sonrisa.

—A veces.

—Como de costumbre, me sorprende, señorita Steele.

—¿En qué le sorprendo señor Grey?

—Digamos que esto ha sido un regalito inesperado.

—La idea es complacernos, señor Grey. Pero no de la forma que espera– Ladeo la cabeza como hace él a menudo, devolviéndole sus palabras.

—Y me complaces, desde luego —dice, pero lo noto inquieto—. Pensaba que ibas a darte una ducha –Vaya, me está echando.

—Sí... lo olvidaba... luego te veo.

Salgo de su despacho completamente anonadada. Christian parecía confundido. ¿Por qué? Debo decir que, como experiencia física, ha sido muy satisfactoria. En cambio, emocionalmente... bueno, me desconcierta su reacción, y eso es tan enriquecedor emocionalmente como nutritivo el algodón de azúcar. La señora Jones sigue en la cocina.

Amor y OlvidoWhere stories live. Discover now