Capítulo 4

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Narra Ranma.

Volví a la escuela el lunes pasado. Mi madre me convenció de regresar, aunque en realidad yo no quería, tampoco es como si de verdad me interesará estudiar, pero al final si lo estoy haciendo, aunque no le veo sentido.

Cuando crucé la puerta del salón de clases todos se quedaron callados, yo solo seguí mi camino y me senté en el mismo lugar de siempre; estamos en el último año de preparatoria por lo cual pronto saldremos, solo faltan algunos meses, no creo continuar con la Universidad. Podía escuchar que algunos estaban susurrando cosas las cuales no entendí, tampoco es como si de verdad les hubiera prestado atención, en cambió otros no dijeron nada y volvieron a lo suyo tratando de ocultar de alguna manera, tratando de parecer como si no hubiera pasado nada.

Pude ver a las amigas de Akane, estaban sentadas en sus pupitres una detrás de la otra. Ellas acostumbraban a visitar la tumba de Akane seguido, lo digo por qué yo también lo hago, y varias veces las encontré ahí, pero no les hable y ellas tampoco a mí; siempre que voy al cementerio le llevo un ramo de rosas la más bellas, en vida solo logré darle alguno me hubiera gustado darle más.

Ellas no me miraban, pero los demás sí, podía sentir varias miradas en mí; no vi a Ukyo lo cual era extraño. También vi a Daisuke y Hiroshi, pero ellos estaban hablando en un rincón del salón, tampoco se acercaron y agradecí que nadie me hablara, no quería hablar con nadie.

Cuando entro el profesor hizo lo mismo, al principio se sorprendió, pero después siguió como si nada. La clase continuo normal, como siempre, pero sin ella.

Cuando fue la hora del receso me quedé en mi pupitre no salí como normalmente lo hubiera hecho antes, estaba solo en el salón, cuando de pronto entro alguien, era Ukyo mi amiga de la infancia y la única amiga que he tenido, la única en la que podría confiar, ella ha estado al pendiente de nosotros desde aquel momento, va seguido al dojo y cada vez que va lleva Okonomiyakis para todos, solo he comido un par de ellos. También tengo otra persona en la cual podría confiar y pienso que aún más, y ese sería Ryoga, sí, aunque antes solo no la pasábamos peleando es al único al que puedo considerar mi amigo, uno de verdad, pero no lo he visto desde hace algún tiempo, después de lo sucedido ha estado viajando y solo ha venido al dojo un par de veces, supongo que ha de visitar a su novia Akari y bueno espero que por lo menos ellos si puedan ser felices, todos.

—Ranma... ¿Cómo... estás? —me preguntó Ukyo.

—Bien —respondí.

—Qué bueno que volviste a la escuela.

—Si —No le veía que era lo bueno.

—¿No vas a comer?

—No tengo hambre.

—Mira, traje algunos Okonomiyakis, come uno —dijo mientras los sacaba de su mochila y trataba de alguna manera animarme.

—Estoy bien, gracias —le dije.

—Sabes... estás más delgado, deberías comer algo...

—No, gracias —traté de sonreír y también parecer sincero.

—Comprendo —dijo y sonrió, su sonrisa fue como la mía.

Nos quedamos en silencio, después de un momento decidí contarle...

—Soñé... soñé con Akane.

—¿Qué...?

—Si... hace unos días...

—¿Qué soñaste...?

—Soñé... soñé que la veía, estaba todo obscuro y después luz... parecía un ángel —sonreí y Ukyo también lo hizo esta vez nuestra sonrisa fue sincera—, pero me hizo prometerle algo, algo que yo no quería...

Adiós RanmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora