Capítulo 14

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Narra Ranma

Cuando llegamos al panteón fuimos a ver la tumba de Akane; Ryoga coloco las flores que traía en uno de los pequeños floreros que estaban ahí, mientras yo me dispuse a limpiarla, esta vez no le había traído flores. Tenía poco más de dos semanas que no venía, su tumba estaba descuidada y así no debía estar el lugar de Akane, debía permanecer hermoso como ella, y yo me encargaría de eso, siempre.

Desde que Akane ya no está, todas las semanas le traigo un ramo de rosas, escojo las más bellas y rojas para ella, aunque muchas veces me siento mal, no por traerle flores, sino más bien porque no se las di cuando ella podía verlas, por qué cuando ella podía verlas yo solo llegué a darle alguno; recuerdo aquella vez cuando ni siquiera compre las flores para ella pero al final se las di, y esa hermosa sonrisa que me regaló jamás podré olvidarla.

—Akane -dijo Ryoga de pronto mirando dónde estaba grabado el nombre de Akane—, Akari te ha mandado estas flores, y yo he venido a visitarte, ¿sabes? Nos haces mucha falta, te extrañamos mucho, y... bueno, espero que dónde quiera que estés te encuentres bien —se detuvo un momento y luego volvió a hablar—. También te prometo que trataré de visitar a tu familia y a Ranma seguido —sonrió.

—No tienes que visitarnos...

—Gracias... por todo Akane —me ignoró.

Nos quedamos nuevamente callados, después de un momento Ryoga dio la vuelta y comenzó a caminar.

—¿Ya te vas? —pregunte al ver que se alejaba.

—No, te esperaré afuera —se detuvo un momento y luego continuo—. Entiendo que quieras estar a solas con ella —me sonroje un poco al escuchar lo que dijo.

—Ah... sí, gracias —respondí un tanto nervioso, Akane quizá ya no estaba aquí presente, pero yo sabía que ella estaba aún aquí de alguna manera; había venido muchas veces solo, pero que alguien lo diga es extraño.

Ryoga se alejó y yo me quedé ahí.

Muchas veces he creído que todo esto sólo es un mal sueño, y que en cualquier momento despertaré de esta difícil pesadilla; pero cuando veo pasar los días es cuando me doy cuenta que no lo es, que Akane simplemente ya no está, y que, aunque yo me la viva fantaseando, imaginando lo que nunca será ella ya jamás regresará.

Mi vida cambio de un momento a otro, todo lo que sin mencionarlo imaginé se fue, ya no podrá ser; y duele, duele mucho aquí dentro, preferiría mil veces que, aunque Akane al final no hubiese querido casarse conmigo que estuviera aquí, y verla.

Nuestra relación nunca fue buena, siempre hubo peleas, y muchas de ellas ni siquiera tenían sentido, yo estoy consciente de ello, y también sé que muchas de ellas yo era el responsable. Hasta pocos meses antes de que aquel día, Akane y yo comenzamos a llevarnos mejor, solo un poco, y misteriosamente nuestros "amigos" dejaron de molestarnos, todos cambiaron, y yo pude acercarme un poco más a Akane, y me enamoré más de ella, más de lo no creí poder estar.

Pero ese día ya cuando todo pintaba mejor para nosotros, ya cuando casi nadie se interponía en nuestra relación, llegó él, y me arrebato lo más preciado en mi vida.

Cómo si de juguetes se tratase, para él el pelear con todos nosotros fue muy fácil, más sin embargo para ellos y para mí no fue así, sobre todo para Akane que le costó la vida. Pero yo le había dicho que no fuera, yo le dije que se quedara; pero ella siempre había sido necia y no permitiría que si Shampoo y Ukyo iban ella se quedara como la débil, no, no era una opción. No para ella. Pero a mí ellas no me importaban, además yo sé que ellas son más fuertes; Akane también era fuerte, pero ellas la superaban en las técnicas y estilos de combate. Le rogué tanto como pude, pero sabía que no, ella no entendería, y quizá yo lo hice porque presentía que si ella iba algo malo podría pasar, y así fue.

—Akane... Cumpliré lo que te prometí —en el cielo, una nube se apartó dejando pasar los rayos quemantes de aquel sol de verano—. Regresare pronto.

Mire al cielo y como si de ella se tratara, la luz de ese cálido día me invadió por completo.

Si no te hubieras ido sería tan feliz.

Me aleje del lugar con paso lento, al llegar a la puerta Ryoga estaba ahí como lo había dicho. Comenzamos a caminar.

—¿Y bien? —pregunto— ¿De qué quieres hablar?

Estuvimos hablando todo el camino de regreso, le conté todo lo que debía y él me dio algunos consejos. Le conté mi sueño, le conté lo que me pidió el señor Soun, le conté lo que dijo mamá, también le conté lo de Enmado y la habitación de Akane. Debía decirle todo eso a alguien, y ahora no había mejor persona que él.

Cuando llegamos a la puerta del dojo, él se despidió y partió. Le alcance a preguntar antes de que se alejará.

—¡Oye! ¿No te perderás?

—No, o por lo menos no tanto, ahora puedo llegar más fácil con Akari.

—Ah ya veo, pensé que Blanquinegra estaba contigo.

—Esta con Akari, pronto tendrá cachorros, así que no quise arriesgarla.

—Cuídalas, cuida mucho a tu novia Ryoga.

—Sí... gracias.

Se dio la vuelta y se fue, después de un momento yo entré al dojo. El cielo comenzaba a tornarse rojo, naranja y de mil colores mientras el atardecer comenzaba a surgir.

Y ahí, parada junto al marco de la puerta, con la mejor sonrisa del mundo pude divisar por un momento a Akane, para que después de parpadear el lugar quedara vacío y frío.
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Como me duele la ausencia,
como extraño su color de voz,
como falta su presencia en mi habitación.

Como me duele el invierno,
como me duele el verano,
como me envenena el tiempo cuando tu no estas.

Cómo dueles en los labios, Maná

Gracias a todas las personas que leen, votan o comentan mi fanfic, de verdad muchas gracias, me hacen muy feliz :)

Una disculpa por tardar en actualizar, nos leemos pronto.

Adiós RanmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora