Bonito

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Draco Malfoy utilizó un vestido para el baile de Yule de 1994.

Harry se encontraba a mitad del baile de apertura de los Campeones cuando lo divisó. Todo en su atuendo era blanco y negro, un vestido holgado de varias capas de tela, con una imitación del cuello de una camisa y un moño en la parte superior, y que le llegaba un poco por encima de las rodillas. Malfoy agregó unos guantes blancos, también con la imitación de los puños de una camisa, y un tocado que mantenía su cabello fuera de su rostro.

Y tenía la sección de los omóplatos al descubierto. Harry lo notó después de un giro, en un momento en que Draco se inclinó hacia un lado y su espalda fue expuesta, pálida y delineada con tela blanca y detalles en negro.

Draco se rio de algo que Pansy Parkinson le dijo, se enderezó y siguió observando el baile de apertura. Sus ojos cayeron sobre Harry, quien de pronto, olvidó sus clases de danza con los demás Gryffindor.

Cuando se suponía que tenía que alzar a Parvati, se le cayó.

Diez minutos más tarde, Harry le tendía un vaso de ponche, ella le dedicaba una mirada irritada, y tenía la leve impresión de que jamás lo perdonaría. Padma estaba tan enojada por la vergüenza que pasó su hermana que parecía que le hubiese hecho algo a ella también, y si se le agregaba que Ron no se movía de su asiento ni paraba de fruncir el ceño, y Harry buscaba a alguien entre la multitud, podían considerarse la mesa más aburrida del salón.

Harry decidió acercarse más a su mejor amigo y poner distancia entre las molestas gemelas y él. Por si acaso. La experiencia con Hermione le decía que las brujas enojadas eran más duras que los magos.

—¿Por qué la invitó a ella? —refunfuñaba Ron, entre dientes—. Podría haber elegido a cualquier chica en tres colegios diferentes, pero tenía que invitar a Hermione. Y creí que era mentira cuando dijo que alguien la invitó. Es obvio que por algo pasaba tanto tiempo en la biblioteca…

Harry comparó al extrañamente irritado Ron con las gemelas indignadas, y decidió que todavía prefería a Ron. Al menos, no creía que fuese a hechizarlo.

A él no le interesaba que Hermione se divirtiese con Viktor Krum. En realidad, le agradaba. A Hermione le hacía falta reírse un poco más de vez en cuando. Después de la sorpresa inicial cuando vio a Cedric y Cho juntos, tampoco sentía la necesidad de darle muchas vueltas.

Fue como un "ah, Cedric la invitó antes, tiene sentido que me dijese que no, ¿quién no querría ir al baile con Cedric Diggory?" y luego descartó por completo la idea. No existía nada que hacer al respecto.

Entonces sus ojos vagaban por el salón decorado para la ocasión y regresaban a esa persona vestida de blanco y negro que destacaba tanto.

Puede que Harry se hubiese preguntado durante los últimos días qué usaría Malfoy. Si llevaría un traje hecho a la medida, de algún sastre de fama mundial, si habría gastado la mitad de la bóveda de una familia común en sus zapatos, y pensamientos similares. Harry no estaba seguro de por qué esto le interesaba o de dónde provenían tales cuestiones, pero luego de verlo en vestido, se dio cuenta de que su imaginación no era tan amplia.

Además, no sólo llevaba puesto el vestido, que lo hacía ver como un ángel en medio del salón, sino que lo lucía con una gracia encantadora, un aura parecida al de las Veelas estudiantes del colegio francés, y una confianza que era admirable, incluso tratándose de un cretino. Bailaba con Pansy Parkinson de a ratos, conversaba con los Slytherin de la mesa en una esquina del salón, y cuando a un chico se le ocurrió silbarle y hacerle una broma de mal gusto, sin siquiera cambiar su expresión, deslizó la varita fuera de un soporte que tenía en la pierna y levitó un vaso de ponche hacia el idiota, que volcó sobre su traje.

BonitoWhere stories live. Discover now