Valiente

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No me aguanté, me encantó escribir sobre ellos, esas cosas pasan /corazón, corazón

Valiente

2002

Para el cumpleaños número veintidós de Harry, su novio apareció en la puerta de Grimmauld Place con unas entradas para el Mundial de Quidditch. Por obvias razones, se perdieron el de 1998, y esta era una oportunidad que Harry no buscó, ni creyó que volvería a presentarse por su cuenta, así que se echó a reír, tomó las entradas, y se lanzó a los brazos de Draco para reclamarle un par de besos.

Hay que aclarar que el regalo no era sólo para él, técnicamente, aunque sabía que sería perfecto para que Harry se relajase después de un semestre estresante de estudiar formas de protegerse de las maldiciones para ser un día profesor de Defensa contra las Artes Oscuras.

Draco también había conseguido entradas para Hermione y Ron (como parte de su tregua extendida y forma de fingir que no los consideraba sus amigos ahora) y para Pansy y Theodore. A la primera le gustaba más ver a los jugadores que el juego en sí mismo, y el segundo sólo acompañaba a sus amigos Slytherin y a Hermione, con quien llevaba saliendo algunos meses, pero Draco estaba seguro de que disfrutarían salir de sus ambientes rígidos y serios.

En voz baja, hablando casi sobre los labios de Harry, le confesó que el mundial de 1994 fue muy emocionante para él por eso. Sin tonterías sangrepura, sin tanta formalidad, sólo él sentado en un palco viendo un deporte que amaba con su familia. Habría sido perfecto, sin la intervención de los Mortífagos.

Harry decidió que tendría que darle el mejor mundial que podía vivir, después de oírlo.

Entonces, a mediados de agosto, Hermione comprobaba que todo estuviese organizado en la tienda que montaron con el tamaño de una mini Mansión Malfoy, y Theodore asentía y tachaba de la lista que le dio lo que ella nombraba. Esos dos parecían entenderse de algún modo. Pansy se había tirado en una de las literas inferiores y preguntaba qué debía usar para el partido de Bulgaria contra Francia.

—Ni siquiera te van a ver —contestó Ron, haciendo una pausa de sacar su ropa de la maleta para mirarla como si fuese incapaz de comprender lo que tenía en la cabeza—, hay millones de personas en el estadio, Pansy.

—Ponte algo que diga "estoy dispuesta a oírte hablarme de Quidditch y alimentar un poco tu ego, si luego te monto como tú a la escoba y tenemos un juego emocionante" —Draco simuló escribirlo en un cartel flotante con las manos y su amiga Slytherin se empezó a carcajear.

—¡Ese es el espíritu, Draco! Qué bien que estar "atado" no te quite el sentido del humor…

Draco emitió un sonidito negativo y envolvió a Harry con los brazos. Le besó la mejilla. Harry sonrió y lo abrazó también, mientras Ron simulaba una arcada, pero como ya estaba acostumbrado, siguió poniendo su ropa sobre la cama.

—¿Qué va a usar mi chico bonito hoy? —indagó Harry, jugando con el cabello de su novio.

—Uhm, un mundial de Quidditch no es lugar para un vestido, cariño. ¿Overoles? —Draco frotó su mejilla contra la de Harry—. ¿Y combino tu ropa con la mía?

Fue Pansy la que fingió la arcada esa vez. Ron y ella entrechocaron las manos después.

—¡Váyanse con su cursilería a otra parte, shú, shú! —Pansy se levantó de un salto y los "alejó" con gestos. Luego sujetó un brazo de Ron y examinó la ropa sobre la cama con ojo crítico—. Los del club de solteros vamos a discutir qué ponernos para conseguir montar a un jugador de Quidditch hoy…

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