SHATTER

Capítulo 17

El año en la Mansión Malfoy con el Señor Tenebroso había sido sorprendentemente normal. Harry resopló, preguntándose qué había esperado que fuera diferente. La mayoría de los magos tenebrosos sólo eran "tenebrosos" de nombre, no en su magia real. Aquellos que seguían a Dumbledore y a los de su calaña quedaban expuestos como hipócritas, teniendo en cuenta que la mayoría de los que señalaban con el dedo y acusaban de ser "Oscuros" eran casi exactamente iguales que ellos, sólo que con valores ligeramente diferentes. Toda la discusión sobre la magia Oscura/Luz irritaba a Harry a más no poder, se negaba a complacer a sus nuevos compañeros en sus caprichos y fantasías.

Sólo existía la Magia, cualquier otra clasificación y normativa eran construcciones de la mente humana, que intentaba comprender algo que estaba mucho más allá de su entendimiento. No se consideraba un mago oscuro, por así decirlo, sino que simplemente utilizaba la magia como le parecía, negándose a clasificar sus acciones como buenas o malas. Sabía que muchas de sus decisiones eran moralmente cuestionables y legalmente condenables, pero a los ojos de la Magia simplemente existía. Sus dones y la forma en que los utilizaba complacían a la Magia, y por eso seguía siendo tan poderoso.

Harry se paseó con facilidad por la Mansión Malfoy, buscando el enorme solar. No estaba perdido, simplemente disfrutaba de su entorno. Eso e intentando contener su diversión al ver cómo tanto Lucius como Draco se retorcían nerviosos en su presencia. Ninguno de los dos se quedaba en la misma habitación con él si no era absolutamente necesario. Pudo ver la diversión en los ojos azules de Sirius y en algunos de los otros miembros del Círculo Interno al ver lo obvios que eran ambos. Sus reacciones eran inusuales para una familia conocida por su elegante compostura y arrogancia.

Supo que había llegado a la zona correcta cuando el oscuro pasillo se inundó repentinamente de luz natural, haciendo que gran parte de los retratos de los alrededores se cubrieran los ojos y huyeran a cuadros más oscuros para escapar de la luminosidad. Harry avanzó hacia la luz, controlando con esfuerzo la mueca de dolor ante el asalto a sus ojos. Esta sala había tenido obviamente la influencia y el diseño de Narcissa, había plantas de interior por todas partes y sillas y salones ricamente acolchados con pequeñas y delicadas mesas.

Sentada en una de esas mesas, con una taza de té delante, estaba la mujer que Harry había estado buscando: la encantadora y algo imprevisible Bellatrix Lestrange nee Black. Lo miraba a través de unos ojos azules de ojos pesados, más oscuros que los de su hermana Narcissa. Su abundante cabello negro caía en ondas oscuras por su espalda hasta las caderas, lleno de gruesos rizos que le daban un aspecto casi alborotado. Una pequeña mueca, no lo suficiente como para ser una sonrisa o una mueca, curvó sus carnosos labios cuando se sentó frente a ella.

Sirius siempre había admirado a su prima, al igual que Harry. Ella nunca había sido del todo estable, ni siquiera de niña, pero esa inestabilidad y su singular forma de ver las cosas probablemente la habían salvado de las "enseñanzas" de su tía Walburga. Había salido adelante con su propia marca de fuerza y carácter feroz. Nunca huyó ni se rebeló como su primo Sirius o su hermana Andrómeda, siempre había soportado los tramos difíciles de su vida.

Aunque al principio despreciaba a Harry, sus sentimientos habían cambiado cuando se dio cuenta de la fuerza mágica de él. Había sido honesta en sus reservas sobre él, lo que le había valido el respeto de Harry. Una vez que sus opiniones habían empezado a cambiar, se había convertido en una de sus más feroces protectoras y más frecuentes instructoras. Con un oscuro regocijo en los ojos, le había enseñado todo lo que sabía sobre magia y maldiciones, animándole a pensar en usos creativos para los hechizos comunes.

-¿Vienes a visitarme, Harry?-, dijo con curiosidad.

Harry tarareó en respuesta. -¿Sabías que tu sobrino tiene miedo sólo de tu nombre?-.