SHATTER

Capítulo 20

Harry se recostó en su asiento, en el compartimento que había elegido en el Expreso de Hogwarts. Volvió a ponerse su personaje de "Seth Griffin", con bastante reticencia. Despreciaba llevar el glamour, despreciaba actuar como un adolescente sin más preocupación que las notas y las citas. Al menos estaba exento de esto último. Sonrió a sus manos, observando la costosa y preciosa pieza de joyería que adornaba su dedo.

Sirius le había regalado un anillo de compromiso en privado la noche anterior a su regreso a Hogwarts. Era una tradición anticuada, pero comprendía la importancia que tenía en su sociedad. Bellatrix lo había reconocido cuando lo vio esa mañana, chillando de alegría. Al parecer, era una reliquia de los Black, pero una tan antigua que sólo los miembros de la familia directa la reconocerían. Su antigüedad ayudaba a explicar el enorme peso y la opulencia de la cosa, más ostentosa que cualquier cosa que Harry hubiera llevado antes.

Hecho de plata maciza, el interior de la banda tenía el escudo de los Black tallado, con incrustaciones de brillante polvo de diamantes. A ambos lados de la piedra principal había tres zafiros talla princesa de un azul intenso. El diamante que coronaba el anillo estaba cuidadosamente tallado en forma de rosa abierta, transparente con puntas de color rojo rubí. Era una obra de arte impresionante, el diamante facetado parpadeaba desde diferentes ángulos dando la ilusión de pétalos suaves y realistas.

Era el único anillo que Harry llevaba abiertamente. Se quedó mirando el otro, sonriendo. Gringotts le había notificado que deseaban hablar con él, discretamente, por supuesto. Había ido sin su escolta habitual, Sirius se quedó atrás con visible molestia y aprensión. Harry apreciaba su deseo y voluntad de apoyar a Harry, pero el otro había estado algo asfixiante últimamente. Sabía que Sirius temía que le ocurriera algo como el incidente con Dolohov, pero ya era suficiente.

Así que había ido solo, llevado a hablar con Griphook a toda prisa por un cortés cajero goblin. A los duendes no les gustaban los magos, esa era la verdad. Pero eran lo suficientemente perspicaces como para saber que enemistarse con individuos tan poderosos como Harry había demostrado no ser prudente. Así que, en nombre del beneficio, la astuta visión de los negocios les dictaba su comportamiento hacia él. Era una relación que Harry no tenía intención de intentar manipular en su beneficio.

Al parecer, una vez sentado ante Griphook, el duende se había percatado de la existencia de una antigua y prominente familia mágica en el recodo de su árbol genealógico. Con una gota de sangre la sospecha se había confirmado y Harry había tomado el control de la línea Peverell como último heredero directo. Había revertido el apellido Potter a Peverell, deshaciéndose del ostentoso anillo de oro y granate que le recordaba demasiado a Gryffindor.

En su lugar, el anillo Peverell, que se creía perdido, había sido convocado al despacho de Griphook por una combinación de la valía demostrada por Harry y un poco de magia de duende. Imagínese su sorpresa casi alegre cuando se dio cuenta de que el anillo de Peverell había caído de alguna manera en manos del Señor Tenebroso y contenía uno de sus Horrocruxes. Después de salir del despacho de Griphook, lanzó una maldición asesina excepcionalmente poderosa contra el anillo, destruyendo el Horrocrux que contenía.

El anillo de oro blanco con una piedra negra estaba ahora en su dedo, bajo un glamour de sangre que, por el momento, sólo podía usar Harry. Como había sido uno de los Horrocruxes de Voldemort, sabía que el Señor Tenebroso se enfadaría mucho con él si se enteraba de que Harry había destruido el objeto, con o sin heredero. En cuanto a por qué no le había contado a Sirius lo del anillo... aún no estaba convencido de que todo este asunto no le explotara espectacularmente en la cara.

En el momento en que había jurado su lealtad a Voldemort, Harry se había dado cuenta de que el hombre era su mejor opción. Su alternativa había sido pudrirse en Azkaban hasta que las ovejas entraran en razón. No era una opción aceptable, sobre todo teniendo en cuenta el tiempo que él y Sirius podrían haber permanecido en la prisión. Así que había aprovechado la oportunidad y había convencido al Señor Tenebroso de que ya no era leal a Dumbledore, lo cual era bastante cierto.