Capítulo 5: Una idea brillante

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Eran las 3 de la mañana y ninguno de los dos había conseguido pegar ojo. Ni siquiera habían apagado la luz de la elegante lamparita que descansaba sobre la mesita de noche situada entre ambas camas.

Desde que regresaron de la cena habían permanecido callados en la misma posición, tumbados hacia arriba y dándole mil vueltas a la cabeza a lo que pasó en el Aqualand. La mayor parte del tiempo miraban al techo, pero cada uno reservaba pequeños momentos para dedicarlos a mirar a su compañero de habitación tímida y fugazmente.

Dentro del estómago de Raúl, traviesas mariposas revoloteaban sin descanso, pero la situación al otro lado de la mesita de noche era muy diferente.

Truenos, explosiones y sacudidas sucedían simultáneamente en el interior de Maxi y era algo que ya no pudo soportar más, así que se levantó con brusquedad de la cama y fue hasta la de Raúl para besarle apasionadamente.

Este le correspondió el beso y se alegró de que por fin la tensión sexual hubiese desembocado en ese esperado momento. Llegados a ese punto el pipote de Maxi ya estaba grandote y Raúl quería chupárselo, pero esto no era tarea fácil. Como no podía metérsela en la boca, le pareció más conveniente chuparlo como si fuese un helado y a Maxi parecía que le gustaba porque no paraba de gemir acaloradamente.

Mientras lo chupaba, Raúl se encontraba excitado y preocupado a partes iguales... ¿Cómo diantres se iba a meter tal Airbus A380 por el recto? Ni Iberia trabajaba con aviones tan grandes como aquella cosa.

Igualmente, este aceptó ser enculado por tal tren de cercanías. No le importaba sangrar, no le importaba gritar de dolor... Sólo quería sentir el pipote de Maxi deslizándose hacia dentro y hacia fuera de él. Maxi lo intentó varias veces, pero no consiguió que su torpedo avanzase ni un centímetro por el pequeño hormiguero de Raúl. Esto le desconcertó un poco y se agobió por no poder hacer nada para solucionarlo. Raúl se dio cuenta de esto y se le vino a la mente una brillante idea, así que se la expuso a Maxi:

- No te agobies, Maxito. Mira, yo también tengo mi superpoder, así que ensancharé mis huevos al máximo y podrás envolver tu gran polla con ellos simulando un coño. Así podrás frotarte con ellos hasta que te corras y me inundes con una tromba de tu semen. ¿Te parece bien?

Maxi asintió varias veces con rapidez y en cuando el tamaño del escroto de Raúl aumentó, empezó a follárselo restregando su tronco por ellos. Maxi empezó a jadear y Raúl se alegró porque esto era signo de que le estaba gustando y él también disfrutaba del roce del pipote contra sus grandes cojones.

Esto podría haber seguido así hasta que Maxi se corriese y ahogase a Raúl en semen, pero de la punta de su pipote salió un poco de líquido preseminal y este cayó y se deslizó por los testículos de Raúl hasta llegar a su ano.

En ese momento ocurrió algo maravilloso: ¡el ano de Raúl se expandió como si la boca de una pitón reticulada se tratase!

Raúl se quedó boquiabierto (además de culiabierto) y le señaló a Maxi el pasadizo por el que debía introducir su miembro viril. Cuando Maxi vio aquello, sintió un impulso irrefrenable de penetrarlo y después de gastar un bote entero de lubricante, la metió y la sacó tantas veces y a tal velocidad que empezó a oler a quemado.

- ¡Sigue, sigue! ¡No pares, aunque creemos un puto incendio! -gritó Raúl retorciéndose de placer.

- ¡ESTOY A PUNTOOOOOOO! -exclamó Maxi entonces.

Fue en ese momento cuando un chorro impresionante de lefa impulsó a Maxi hacia atrás haciendo que se estampase contra la pared a la vez que apuntaba a Raúl con su manguera y lo aprisionaba con aquel gran caño de semen contra la pared de enfrente no dejándole ni respirar.

Las aventuras de Cojonudo y Maxi-PopWhere stories live. Discover now