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—Hemos apartado la fecha ya, es lo más esencial antes de comenzar con los preparativos. —dice Roxana, la mujer de los preparativos.— ¿Ya tienes listos los documentos que les pedí?

—Sí, aquí tienes los de Ruggero y los míos.

Dejo las carpetas sobre la mesa, ella las toma y revisa que estén todo los documentos que necesita.

Desde que volvimos del viaje con muy buenas noticias yo me he dedicado las mañanas a estudiar en la universidad y las tardes a organizar mi boda.

Es todo tan irreal...

—Aquí tengo los presupuestos con los lugares que escogieron como opciones. —pone distintos papeles sobre la mesa.— Cada presupuesto se adapta a las condiciones del lugar, y si tomamos en cuenta que tu novio aseguró que el presupuesto es lo de menos, supongo que la decisión está en tus manos.

—Un poco sí. —me río.— Pero bueno, también quiero hablarlo con él.

—Por supuesto. —asiente despreocupada.— Mientras tanto voy a llevarme los papeles para separar la fecha en la iglesia y el registro civil. ¿De acuerdo?

—Claro.

—Cuando hayan tomado una decisión me llaman, recuerda que te tomarán las medidas del vestido de novia el miércoles siguiente. Ve pensando ya en el modelo, y dile a tus amigas que se encarguen de escoger el color ya, ¿Quién va a llevar el vestido rojo?

—Julieta.

Asiente, anota unas cuantas cosas más y veinte minutos después, finalmente se marcha dándome un momento de paz.

Creí que organizar una boda se basaba solamente en pensar en una fecha, tener música y un bonito vestido.

Pero no, hay mucho más detrás.

Aprovecho el tiempo restante para preparar la cena, terminar algunos pendientes de la universidad y seguir intentando hornear galletas aunque evidentemente no me sale.

Para las siete y media la puerta es tocada y de inmediato pregunto quién es pues Rugge nunca olvida sus llaves.

Camino hacia la puerta mientras suelto la coleta de mi cabello. Al abrirla me quedo en silencio observando a los causantes de todo esto.

Papá y mamá están parados frente a mí, no quiero ser grosera así que solo cruzo mis brazos y me apoyo en la puerta antes de susurrar con cautela;

—¿Qué hacen aquí?

—Nos enteramos de que te vas a casar. —susurra mi mamá. Sonrío.— Karol...

—No, mamá. Si tu plan es hablarme mal de Ruggero y decirme que él es malo, mejor ahórrate los comentarios. —sugiero.— No quiero absolutamente nada.

—No, solo queremos felicitarte. —musita papá. Aprieto los labios.— Sabemos que actuamos mal.

—¿Y apenas se dan cuenta?

—Creímos que hacíamos lo mejor para ti. —mamá baja la mirada.— Pero hoy comprendo que no es así.

—¿Qué les hizo cambiar de opinión tan drásticamente?

—Tu ausencia, hija mía.

Su manos toman las mías, en silencio veo sus ojos llenarse de lágrimas. Trago saliva.

Y aunque sé que no debería, son mis padres, y mi amor y respeto por ellos va a prevalecer por siempre así que los invito a pasar.

Reviso el horno antes de invitarlos a sentarse en la sala donde charlamos un rato. Reconozco que quizá sí estén arrepentidos.

Just A... ¿Déjá Vu?Where stories live. Discover now