Wattpad Original
Te quedan 9 partes más de forma gratuita

Capítulo 1

26.9K 1.2K 333
                                    

26 de octubre de 1991

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

26 de octubre de 1991

Aquella tarde de verano, bajó a la playa con su libreta de dibujo y el carboncillo gastado que siempre llevaba a todas partes. Solía ir a menudo para intentar retratar la belleza del atardecer en su máximo esplendor; el sol escondiéndose en la línea que dividía el mar del cielo. 

Su pasión por el arte comenzó a muy temprana edad. Tenía recuerdos muy bonitos de él pintando junto a su madre cuando apenas era un niño, era todo lo que le quedaba de ella, puros recuerdos difusos que día tras día se esmeraba por no perder.  

Con el pasar del tiempo fue mejorando sus habilidades hasta que consiguió volverse un experto, aunque su autoexigencia siempre lo llevaba a menospreciar sus propios trabajos. Por lo mismo fue que, a pesar de que su sueño era convertirse en un artista reconocido, nunca se atrevió a mostrarle sus dibujos a nadie. Sentía que cada uno de ellos escondía secretos de su alma, y al mostrarlos estaba dejando al descubierto una parte muy vulnerable de sí mismo. 

Se sentó en la arena entibiada por el sol para comenzar a bocetear el paisaje frente a él. En ese momento, escuchó a sus espaldas la voz de varios chicos. Cuando se giró para ver de quién se trataba, su corazón comenzó a latir con fuerza. El capitán del equipo de fútbol estaba allí con sus compañeros, tan absortos en su conversación que ni siquiera notaron su presencia. Eliseo se levantó deprisa para ocultarse detrás de una roca gigante. Los chicos continuaron conversando y aprovechando que aquel sitio era poco concurrido, comenzaron a desnudarse sin ningún tipo de mesura. Esa fue la primera vez que sus fantasías cobraron vida. La imagen de aquellos cuerpos atléticos bañados por los matices naranjas del atardecer despertaron en él mucho más que simple curiosidad.

Cuando regresó a su casa, la imagen de los chicos era todo lo que tenía en la cabeza. En la privacidad de su habitación se atrevió a dibujar por primera vez la anatomía masculina. Dibujó al capitán del equipo una y otra vez: jugando en el agua, tumbado en la arena, secándose el cuerpo con su camiseta. Aquel chico se había convertido en su obsesión, y pronto su libreta estaba llena de bocetos sugerentes que tuvo que ocultar de su familia para no ser fuertemente cuestionado.

Así fue como cada jueves, a las seis de la tarde, bajaba a la playa y se ocultaba detrás de la roca a esperarlos. Siempre iban a la misma hora después de un partido, lo sabía porque llevaban puestos los uniformes del equipo de fútbol del colegio. Los observaba desde su escondite hasta que el sol bajaba y ellos se marchaban, y luego, cuando llegaba a su casa, dejaba que su memoria trazara la figura del capitán. 

Una tarde, algo cambió en la rutina. Como todos los jueves, Eliseo bajó con su libreta bajo el brazo y se sentó detrás de la roca para esperarlos, pero los chicos nunca llegaron. Se quedó esperándolos hasta que el sol se ocultó en el horizonte, y cuando estaba a punto de regresar a su casa, vio la silueta de un chico bajando a la playa. Eliseo lo reconoció de inmediato en cuanto la luz de la luna iluminó su rostro: era el capitán del equipo, pero estaba solo. Como de costumbre, su presencia no fue detectada por el chico, que comenzó a quitarse la ropa. Miró atontado como las prendas iban cayendo una a una sobre la arena, y luego, la silueta del muchacho se perdió bajo el agua. En ese momento, Eliseo deseó convertirse en el mar para ser capaz, al menos una sola vez, de tocar aquel cuerpo que lo traía enloquecido y hormonal. Tan distraído estaba, que no se percató de que el motivo de sus desvelos ya estaba saliendo del agua, y él, ensimismado y hundido en sus pensamientos, había salido de su escondite para poder verlo mejor.

—Oye, ¿qué estás haciendo? ¿Me estabas espiando?

Eliseo pegó un salto cuando aquella voz grave se escuchó en medio del silencio. Dejó caer su libreta y todos los bocetos quedaron a la vista del chico, que mantenía una expresión incrédula en el rostro.

—¿Qué demonios...? —Se inclinó para tomar la libreta, y cuando Eliseo la vio en sus manos, entró en pánico.

—¡Dámela, es mía! —exclamó.

Antes de que el chico pudiese responder, Eliseo se la arrebató de las manos y salió corriendo de allí, con la vergüenza ardiendo en sus mejillas. No sabía qué reacción esperar, pero hubiese preferido que el chico le diera un puñetazo antes de ver esa expresión, la misma que le dedicó su primer amor, y que dolió más que cualquier golpe.

 No sabía qué reacción esperar, pero hubiese preferido que el chico le diera un puñetazo antes de ver esa expresión, la misma que le dedicó su primer amor, y que dolió más que cualquier golpe

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Besos y bocetosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora