❝-When I close my eyes.
I see those eyes. My heart kept aching, so I wanted to forget...
If this is a dream, please let me wake up.
Are you really my destiny?
Falling you. Like destiny, falling
You're calling out to me, calling
I can't escape...❞
...
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Hoy hacía mucho sol, por lo tanto había un calor casi insoportable pero a pesar de esto mis manos estaban frías. Revisaba una vez más mi ropa y maquillaje frente al espejo: había optado por un maquillaje ligero. Había escogido un lindo mono color azul con rayas blancas y unos tacones no muy altos.
Tomé las llaves de mi casa de acogida, las coloqué en mi bolso luego de cerrar la puerta y me marché rumbo a la cita. Mi corazón latía con tanta fuerza que podía escucharlo, estaba nerviosa. Hoy lo vería, me había llamado anteayer y me había pedido salir en una cita.
Caminaba por las calles con rapidez habíamos acordado vernos en el puente del río Han. Al caminar mis tacones resonaban contra el pavimento, tack-tack, estaba apresurada iba 10 minutos tarde. Al llegar miré alrededor, buscándolo, no parecía haber llegado aún.
Luego de calmarme y retomar el aliento observé el reloj en mi muñeca: 2:55 p.m. Mi estado de ánimo cambió, estaba ligeramente molesta, ¿por qué tardaba? La hora acordada había sido las 2:20 p.m y habían pasado treinta y cinco minutos. Suspiré:
"¿Y si no viene? También puede ser que algo le haya pasado."— pensé, ahora estaba preocupada. — ¿Señorita Young Mi?— dijo la voz que tanto esperaba escuchar.
Me di la vuelta, y entonces lo ví, era él. Vestía un chaleco negro largo, le llegaba por debajo de la rodilla, una camisa blanca y un pantalón azul oscuro casi negro. También había algo que escondía detrás de su espalda pero no podía verlo.
— ¡Hola!— dije dándole una sonrisa.
— Disculpe la tardanza.— dijo mientras hacía una pequeña reverencia.— Tuve que detenerme de imprevisto.
Suspiré, iba a hacerle pasar un mal rato por haber llegado tarde pero al ver que parecía verdaderamente apenado no dije nada:
— Esta bien. Es bueno que ya estés aquí, por cierto, no tomes que hablarme tan formal.— dije sonriéndole.
Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba pero aún así su mirada parecía nostálgica. ¿Estaba bien? Iba a acercarme cuando de repente el reveló lo que ocultaba en su espalda, eran flores, lavanda. Lo miré sorprendida:
— ¿¡Son para mí!?
— S-si, tengo entendido que el primer paso para que una cita marche bien es regalar flores.— dijo aún sosteniendolas.
— Gracias.— dije tomándolas y acercándolas para olerlas.
Nunca antes me habían regalado flores, estas eran las primeras que me relataban. Alcé la vista hacia él y sonreí:
— Vamos, caminemos.— dije tomándolo del brazo, él pareció sorprendido por el contacto pero pronto se relajó.
"Quizá tenga germofobia"— pensé.
Horas antes:
— ¡Uuh! ¿¡A dónde vas!?— preguntó el ser inmortal al salir de su habitación y ver a la parca muy bien vestido.
