Capítulo noventa y uno

4.9K 249 93
                                    

Este es más random que el anterior, yo solo aviso ⚠️

91, parte 1 👁👄👁

—¿Sabes por qué he venido? —preguntó Guste desde mi puerta, en un susurro.

—Porque yo jamás habría sido capaz de afrontar mis problemas de no ser por ti.

Él negó con la cabeza.

—Porque te quiero.

Mi mirada se clavó en él al oír aquellas tres palabras que tan difíciles de comprender se hacían para mí, aunque había sido tan espontáneo y natural, tras un momento tan brutal entre ambos, que ni siquiera supe cómo reaccionar.

En ese mismo instante, sentí una mano colocarse sobre mi hombro, provocando que me diera la vuelta instintivamente, sobresaltada, pues había olvidado por completo que Narciso Laboureche había estado todo aquel tiempo dormido en mi sofá.

—¿Piensas en mí? —preguntó, con la voz ronca.

La puerta se abrió por completo cuando Guste entró pegando un empujón, tras oír la voz de mi jefe desde el interior de mi apartamento, lo que provocó que su ira retenida saliera por completo a la luz, agarrando a Narciso del cuello como si fuera un conejo.

Mi jefe, o el que lo había sido, escupió al gemelo en el rostro, alejándolo casi al instante, provocando también que le soltara.

—¿Qué está haciendo éste en tu casa? —gritó Guste, fuera de sus cabales.

Por tercera vez en aquel día de mierda, la había cagado monumentalmente.

A mi jefe se le había desanudado el albornoz, dejando a la vista su ajustada ropa interior y sus marcados abdominales, provocando que mi rostro entero ardiera por la vergüenza, plenamente consciente de lo que podía llegar a parecer aquello.

—Espera, Guste, déjame... —dije, dando un paso hacia él, aunque fue más rápido y se apartó, borrando cualquier rastro de felicidad que se hubiera podido traducir en su rostro tras su declaración.

—He sido yo el que ha venido a buscarla, Auguste —me interrumpió Narciso.

Guste me miró desolado. Parecía asustado, tal vez decepcionado, pero, sobre todo, apenado por todo lo que estaba ocurriendo y yo cada vez me sentía más culpable y más horrible por ser capaz de hacerle algo así a alguien como él.

—Su ropa estaba rasgada y... —empecé aunque levantó una mano para hacerme callar y yo, simplemente, obedecí.

—Creo que ya es suficiente. Yo no me voy a degradar tanto como persona solo por ti, Gathe, para que acabes yéndote a los brazos de este idiota que ni siquiera ha intentado tratarte bien en todo este tiempo.

—A ver, víctima de la sociedad, ¿a ti te parece que ella te ha dejado para venir a mí? —le preguntó Narciso.

Guste me observó y luego lo miró a él para negar con la cabeza, convencido de lo que estaba haciendo.

—No lo creo, lo sé. Nos hemos acostado esta mañana y, cuando parecía que todo iba a ser perfecto, ha gritado tu nombre y ha huido de mí poco después.

Tuve que contenerme para no lanzarme por la ventana en aquel preciso instante.

Mi jefe, por primera vez en su vida, cerró la boca y, lentamente, dirigió su mirada hacia mí, cuando la de Guste ya me estaba atravesando con angustia.

Narciso, quien ya no parecía tan borracho como cuando había entrado en mi apartamento horas atrás, me observó con atención, intrigado por mi reacción, aunque probablemente estuviera mucho más interesado en lo que acababa de confesar Guste, quien estaba rojo hasta las orejas por la rabia que consumía lentamente su interior.

Querido Jefe Narciso +18Where stories live. Discover now