Capitulo 22

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La luz apenas se filtraba por las gruesas cortinas azules, cuando el joven rey se levanto jadeando de la cama. Su cabello negro corría en todas direcciones y, el sudor frío se arrastraba por su cuello adhiriendo la camisa a su cuerpo.
Aún adormilado, se llevó una mano al pecho para tranquilizar a su acelerado corazón, que golpeaba frenéticamente contra su caja torácica.
-¡Aslan!- Jadeo ahogado corriendo las mantas de un tirón. El menor de los Pevensie abrió las puertas de cristal saliendo al balcón. Era un día algo nublado aún, las olas en la costa golpeaban suavemente sobre la arena blanca.
El joven se reclinó sobre la baranda, dejando salir un bufido de indignación.
Cada noche desde que sus hermanos habían vuelto ocurría lo mismo, las pesadillas atestaban cada una de sus noches dejándolo agotado y sudoroso.
El rostro blanco y burlón de aquella mujer le daba escalofríos. Con dedos temblorosos tanteó la cicatriz blanca debajo de sus costillas, la marca de su condena.
Día tras día, el joven rey miraba el cielo agradeciendo la posibilidad de vivir un día más para expiar sus pecados. Aslan le había dicho hace muchos años que no se torturara más con el pasado, pero el peso de casi haberles costado la vida a sus hermanos, era un agrio recordatorio. Jadis lo había torturado en su tétrico castillo miles de años atrás e, inequívocamente había tomado las mismas acciones con su amada hermana. Edmund estaba furioso, furioso consigo mismo por no haber podido proteger a su familia de esa arpia. Ansioso por recordar, pero totalmente aterrado de que es lo que podría venir a su mente en aquellos recuerdos.
Algo lo molestaba en el fondo del corazón, algo lo levantaba intranquilo cada noche y, sus mayores temores, eran encontrar repetidos sus errores en aquellos infames recuerdos.
¿Cómo permitió que Jadis se acercara a su familia? ¿A su hermano y hermana?
Aún golpeaba en su mente su promesa final, te prometo mi joven príncipe que postrare los cuerpos de tus hermanos a tus pies. Trabajarán día y noche sin descanso para cumplir tus caprichos. Serán tus esclavos callados y sumisos, os cortaremos la lengua incluso para doblegarlos a su verdadero líder. Te los entregare mi hermoso niño para vivir y morir a vuestra sombra ... os observaremos morir mientras comemos dulces
Una mano en su hombro casi lo hace saltar del balcón, bajo la risa burbujeante de su hermana, la miró con reproche.
-¡Por Aslan Susan! ¡Casi me matas!
La muchacha despeinó amorosamente su cabello y se apoyó en la baranda a su lado. Llevaba un ligero vestido azul a lunares que resaltaba su figura. Caspian querría devolverla a su habitación en cuanto la viera.

-¿En que momento en el nombre de Aslan entraste?- le preguntó entre carcajadas

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-¿En que momento en el nombre de Aslan entraste?- le preguntó entre carcajadas.
-Iba en camino a la cocina cuando vi la luz en tu cuarto- sonrió- ¿Quieres acompañarme a desayunar? ¡Todos están súper dormidos aún!
-¿Quién lo diría no crees?- inquirió levantando una ceja- tu y yo, los más perezosos de la familia, despiertos a las cinco de la mañana
Ambos soltaron una carcajada que resonó en la enorme habitación.
-¿Y Rillian?- cuestiono moviendo las cejas.
-No quise despertarlo por que su madre tuviese hambre
-Es hilarante
-¿El que?
-Que mi hermana tenga un hijo con mi mejor amigo- rio el rey justo- ¿Sabes que me fuerzas a asesinarlo si te lastima verdad? ¡Eso es cruel!
-¡Venga justicero!- rió uniendo sus brazos- Vamos por algo de comer y, a que me cuentes que te tiene despierto a estas horas
-Eres una buena persona Edmund Pevensie- susurró su hermana sosteniendo su rostro con cariño en uno de los desolados corredores- Solo eras un niño, te has castigado por eso durante años Ed ... el único que necesita perdonarse eres tú
-¿Que pasa si os vuelvo a traicionar? ¿Qué pasa si cuando vuelven los recuerdos descubro que hice algo terrible otra vez?
-No has hecho nada Ed ... confía en mi
La joven rodeó a su hermanito en sus brazos mientras besaba su cabeza. El rey justo admiraba su fuerza, hace sólo cuatro días había perdido un hijo y, allí estaba con su dulce sonrisa para levantarles el ánimo a todos. Aún estaba sumamente adolorida, caminaba despacio y poco tiempo. Peter había insistido en que usará las muletas pero, la muchacha había reusado a tal cosa . Edmund la entendía aunque no haya usado palabras. Estaba harta de recibir miradas de lástima.  Prácticamente nadie en el castillo se había cruzado con la reina tras el incidente, muchos creían que seguía en cama. Su pronóstico era reservado y, ninguno de los monarcas decía una palabra al respecto por órdenes expresas del Caspian. El rey no deseaba exponerla más, cosa que todos entendían. Su dulce hermana había estado en el ojo publicó en cada mínimo aspecto de su vida, Aslan sabía que necesitaba un respiro de los cuchicheos. Edmund estaba realmente sorprendido de que se hubiera escapado de debajo su supervisión aquella mañana.
-Tengo una duda- le dijo el muchacho con una sonrisa después de un rato, para romper el hielo. Él no iba a mencionar el tema del bebe si ella aún no estaba lista para hablar de ello, por lo cual, cambió radicalmente el tema para aligerar su ánimo- ¿Planeas crear alguna nueva moda en Narnia o buscas que te linchen por exhibídora?
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Peter estaba profundamente dormido cuando su hermana menor se coló en la habitación. Con pasos cautelosos se acercó rápidamente a la cama, contuvo la respiración antes de chasquear los dedos frente a su rostro y, ante la falta de respuesta sonrió de oreja a oreja.
Antes de que el sumo monarca supiera que lo golpeó, su hermana menor brincó sobre la cama.
-¡Despierta! ¡Despierta dormilón!- gritó saltando sobre el enorme colchón. Peter emitió un gemido y se tapó la cabeza con las mantas.
-¡Sal de aquí Lu!- gruñó adormilado.
-¡Es un hermoso día! ¡Despierta!
La Niña reía a carcajadas hasta que de un momento a otro estuvo recostada en la cama con su hermano mayor sobre ella.
-¿Puedo saber a qué se debe este eufórico "Buenos días"? - inquirió levantando una ceja
-Prometiste acompañarme al pueblo- se quejó
-¡Ni el Pueblo está levantado a esta hora Lu!- rio el muchacho mirándola divertido
-¡UPS!
-¿Que voy a hacer contigo?- dijo serio mientras negaba con la cabeza. Lucy lo supo antes de que volviera a abrir la boca y, antes de que pudiera profesar palabra la atacó cruelmente con cosquillas.
Los chillidos de la niña resonaron en las paredes.
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Caspian se despertó solo aquella mañana. Adormilado palmeó el lado derecho de la cama para encontrarlo completamente frío. Aturdido, se levando a agarrar a su pequeño y sollozante hijo, la mejor alarma del reino pensó con ironía. No entendía cómo algo tan pequeño podía llorar tanto.
Una nota estaba garabateada en su mesita de luz
"Mi adorado esposo: ¿Te he dicho lo sexy que te ves durmiendo sin camisa y todo despeinado? ... Seguramente querrás saber donde me he metido ¡Lamento asustarte! Se veían tan adorables durmiendo, no tuve el corazón para despertarlos ¡Estoy muerta de hambre cariño, lo siento por no avisarte! Rillian necesita un baño para empezar  el día, los amo ❤️"
-Bueno cariño- le dijo al niño tras sonreírle preocupado a la nota- Mama manda
Decir que su bebe había sacado todos los genes Pevensie era una subestimación. En menos de treinta minutos, lo tenía empapado de pies a cabeza mientras chapoteaba alegremente en la bañera con sus juguetes.
-¡Vamos Rillian!- sonrió tratando de secar su cabello castaño con una toalla mientras El Niño reía a carcajadas - Papa llegara tarde a sus juntas de esta mañana
Su bebe balbuceó divertido mientras se agarraba de sus cachetes. Caspian besó su nariz con ternura, ese niño y su madre eran su perdición.
-¿Tienes hambre?- inquirió tomando, tras calentar, uno de los biberones que Susan dejaba preparados en caso de que ella no se encontrara.
El niño se recostó en su pecho mirándolo a los ojos mientras engullía su desayuno. Susan le había comentado que sus primeros dientes le habían valido una que otra mordida.
Tarareándole una canción, lo contemplo embobado con la luz que se filtraba del nuevo día. Una punzada apretó su pecho ante la perspectiva de su posible hermano o hermana.
No entendía cómo había pasado ¡Aslan sabía que ni si quiera llevaban juntos mucho tiempo desde que volvieron! ¡Incluso se habían cuidado! Fue como una broma cruel del destino, una grieta en su burbuja. Un recordatorio de lo que les habían arrebatado como pareja. El rey sintió su sangre hervir nuevamente ante lo acontecido el año anterior.  Susan lo tenía preocupado, desde esa mañana, no había vuelto a tocar el tema con nadie. El joven estaba enloqueciendo mentalmente por saber que pasaba en su cabeza. Con un suspiro cansado, golpeó ligeramente la espalda del niño tras alimentarlo.
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Decir que los soldados estaban distraídos aquella mañana era una sublimación . Edmund explico por quinta vez el movimiento frustrado.
-¡Ojos arriba señores!- ordenó a todos los hombres en el campo. Susan estaba parada tranquilamente en su vestido de verano, corrigiendo las posturas y tácticas de sus arqueros. Decir que las hormonas de cada hombre eran un hervidero era quedarse cortos. El joven rey era consiente del impacto que generaba su hermana mayor cada vez que entraba en una habitación y, de su bien formado cuerpo ¡Pero Aslan! ¡Ni si quiera disimulaban!
Sumado a eso, nadie la había visto en días  o, no la había visto en absoluto, punto. Por lo que los chismes sobre la nueva esposa del rey estaban en su punto máximo.
-¿Día difícil?- inquirió una voz a su lado. Edmund se sobresaltó al oírlo al igual que todos sus aprendices.
-Miralo por ti mismo- le dijo con ironía a su  cuñado señalando con la cabeza a su dulce hermana. Caspian frunció el ceño automáticamente.
-¿Sabes Ed? ¡Creo que tienes a la hermana más testaruda de todo Narnia!- resopló con media sonrisa mientras su bebe pataleaba habiendo divisado a su madre. Edmundo le dio la derecha mientras volvía a gritar órdenes y, el rey se perdía nuevamente entre sus soldados.
-Abre más las piernas- le indico al joven telmarino pateando ligeramente sus botas- tus tiros fallan porque estás fuera de balance
El joven asintió boquiabierto luchando por apartar la vista de su escote. Su cabello estaba recogido en un moño suelto, dejando a la vista su delicado cuello.
Caspian carraspeo a su espalda llamando la atención del soldado que soltó la flecha de la impresión.
-¡Señor Austin!- lo riñó absorta su reina, con las manos en las caderas mientras veía la solitaria flecha clavada tristemente en el césped- ¡No estaba listo! ¡Eso fue desastroso!
-Estoy seguro que para la próxima prestará mayor atención a su objetivo cariño- le aseguró el rey ante el rostro patidifuso del soldado que lo miraba aterrado.  Todos se inclinaron rápidamente ante él. La muchacha se sobresaltó al oír su voz mirándolo finalmente de frente, el rey alzo una ceja ante sus innovadoras formas de vestuario. No le sorprendía que estuviera distrayendo a todo su ejército con ese look, el mismo debía concentrarse en no distraerse. Su muchacha le sonrió con ternura, dándole la pauta de que estaba tan emocionada por salir afuera que ni si quiera se había percatado de las miradas sobre ella.
-Hola mi amor- le dijo con cariño al niño que sonrió satisfecho con su atención, abandonando sin miramientos a su padre - ¿Cómo esta mi bebé hermoso? - continuo besando todo su rostro. Caspian los miro entre embobado e indignado por ser ignorado. Los soldados a su alrededor rieron divertidos ante la escena. En menos de media mañana, la joven se había ganado el respeto de la mayoría de los guerreros en el campo.
-Es bueno verte también cariño- la molesto Caspian. Susan rompió su conexión con El Niño mirándolo con falso reproche y arrancando otra ola de risas entre los arqueros.
-¡Has distraído al señor Austin!- lo reprendió mientras su hijo apoyaba la mano en su pecho escondiendo la cabeza en su clavícula.
El rey negó divertido y besó su frente
-Creo haber oído al doctor hablar sobre no esforzarse por unos días ...
- Papá es un controlador- le susurró a su hijo besando su diminuta mano. El rey arqueó una ceja indignado.
-¡Gracias cariño!
Susan le sonrió antes de ponerse en puntitas de pie y robarle fugazmente un beso. "Buenos días" susurró sobre sus labios.
-¿Qué tal salió ese baño?
-Aún secan el agua que llegó a las cocinas- le comentó mientras los soldados seguían practicando a su alrededor- Créeme que nadie dudara nunca de que esté Niño es tu hijo
Susan río susurrando palabras a su hijo. Era la representación de la belleza.
-Pórtense bien- susurró sobre sus labios antes de comenzar a entrenar a sus soldados.
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Lucy arrastró a su hermano por las diferentes tiendas. Todos se acercaban a los hermanos, deseosos de conocer al Gran rey de antaño, al rey de las leyendas.
Peter los complacía encantadoramente a todos. Decir que tenia a todo el pueblo comiendo se mano era quedarse cortos. Muchos aldeanos estrechaban sus manos, otros lo abrazaban y, los demás lo llenaban de palabras de agradecimiento.  Cuando los hermanos les comentaban que hacían en el pueblo, más de uno rompía en llanto.
Juntos habían pagado a todos los locales por víveres con los que mantener a las familias más desvalidas y, habían llenado de regalos a los dulces niños del orfanato. La directora casi se desmaya cuando a primera hora, un adonis rubio le sonrió desde la puerta, con todo un grupo de constructores determinados a mejorar el hogar de tantos niños. Sus paredes adquieron colores, luz, amor y esperanza. El lugar estaba irreconocible.
La joven tomó su mano para regresar a casa, cuando una joven indigente que pedía limosna, llamó la atención de su hermano mayor. Su cabello rubio caía tristemente a su alrededor y, su ropa no eran más que sucios harapos.
-¿Juliet?
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Un cuerno sonó a la distancia indicando el inicio del almuerzo. Susan estaba sentada tranquilamente junto a un árbol totalmente agotada. Rillian gateaba tentativamente a su lado.
-¿Listos para la aventura?- dijo una voz a su lado.La joven lo miro divertida de reojo mientras tomaba un trago de agua. Mirando con cariño al hombre de su vida, hizo al típica seña del ejercito llevando su palma derecha a su frente y fingiendo seriedad.
-Si capitán- le contestó arrancándole una carcajada.
El muchacho los sentó gentilmente sobre su caballo antes de subirse detrás de ambos. Cabalgaron por un buen rato hasta llegar a un pequeño claro oculto junto al río. La joven camino descalza por las cristalinas aguas mientras tarareaba una canción para su bebé.
-El almuerzo esta listo- Les sonrió el muchacho. Los tres se pasaron la tarde entre risas jugando en el agua. Aslan sabía que necesitaban aquel break después de todo lo acontecido.
Estaban sentados junto a un árbol, Caspian tenía las piernas abiertas mientras la joven estaba sentada estilo indio con su bebé en brazos, viendo el inicio del atardecer, cuando el principe se levantó nuevamente. Susan lo miro con una sonrisa recostándolo en sus piernas tras besar su estómago y, El Niño, casi por imitación o destino, besó el estómago de su madre antes de golpearlo divertido con sus diminutas manos. Caspian la sintió endurecerse al instante.
La miró y, la realización finalmente cayó sobre ella.
Su mente se llenó de imágenes, de risas, de su infancia junto a sus hermanos. Corrió por la sonrisa de Caspian al enterarse de que tendrían un nuevo bebe, del amor que le darían y de su dulce niño jugando con su hermano menor. Y finalmente, todo aquello se rompió ante sus ojos ... Pensó en sus hermanos nuevamente, su bebe nunca tendría hermanos con los que reír. Hermanos a los que proteger y jugar bromas. Se los habían arrebatando. Ella era incapaz de darle más hijos a su padre.
Con un jadeo ahogado, flexióno las piernas encorvándose y enterró la cabeza en la espalda de su bebé rompiendo en llantos y, contagiando al niño.
Caspian los abrazo fuertemente mientras sentía su corazón romperse con su llanto desconsolado. Histérica golpeó su pecho entre gritos sintiendo que el aire la abandonaba. Con ternura los abrazos mientras sentía sus propias lágrimas calientes rodar por las mejillas.
-¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento!- gimió con la voz rota- ¡Cas...pian  ... mi ... mi ... mi bebé!
-Shhh ... lo se princesa- murmuró con la voz entre cortada sintiendo el corazón destronado- déjalo ir ... no te contengas más ... ¡Estoy aquí mi amor! ¡Estamos aquí!
La joven siguió temblando, los sollozos desarmaban su cuerpo en incontrolables espasmos. Caspian creyó que no había ningún otro sonido en el bosque más que los que profesaba la muchacha. Como si toda la naturaleza estuviera haciendo silencio por el sufrimiento de su reina. Cómo si nada en el mundo pudiera volver a proferir sonido ante el peso de sus lágrimas.
Abrazados los tres, dejaron su corazón romperse con el atardecer de testigo.

Las Crónicas de Narnia: La caída del imperioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora