MARTES: Viajes y... Gaelle.

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Sean había vuelto a la casa, seguramente con la esperanza de hallar el dinero antes de ponerse con el tema de su hermano. Por fuera el lugar tenía el mismo aspecto alegre y colorido que la última vez que estuvo allí. Se puso su disfraz de Vincent Berenger y entró.

No hizo falta llave ni mucho menos, la puerta simplemente estaba abierta, como si su habitante nunca hubiese temido que en aquel lugar remoto del mundo, nadie le fuese a robar. Si bien dudo que un ladrón caminara tan lejos por un par de baratijas.

Se escuchaba el sonido de alguien tarareando. Sean se quedó allí, de pie, en el centro del salón simplemente escuchando el sonido. Poco después la puerta del baño se abrió, y de ella surgió la mujer de Vincent.

Llevaba una toalla amarilla enrollada alrededor del cuerpo y con otra estaba secándose el pelo. Se detuvo nada más ver al hombre, asustada. Se puso más blanca de lo que ya era mientras los mechones de su pelo mojado se le pegaban al cuello, apenas llegando un poco más abajo de los hombros.

-Ho...hola. No te esperaba.

¿Por qué la mujer de Berenger nunca lo esperaba? ¿Es que ya sabía que había muerto?

-No quise avisar.-Contestó un comedido Sean, sin inmutarse. Si bien no pasó desapercibido la mirada que echó al cuerpo de la joven mujer.

-Oh. Es...¿Necesitas algo? - El ambiente estaba tenso y por un instante creí que la mujer había reconocido que no era a su marido a quien tenía delante. Miré a Sean, esperando ver en él alguna muestra del mismo pensamiento, pero como de costumbre, solo demostraba aquello que quería demostrar, que en ese momento era: nada.

-Sí. He guardado algo, y no recuerdo donde está. Cosas del trabajo.

-Dudo mucho que esté aquí.- Iba a pillar un resfriado como siguiese ahí plantada con el pelo mojado y nada más que una toalla cubriéndola.- Sabes que no hablas conmigo sobre tu trabajo, mucho menos traerías nada que tuviese que ver con ello a esta casa.

La mujer terminó la frase dando un paso hacía el baño, como si estuviese a punto de salir corriendo, si bien no había mucho lugar a donde huir. A Sean el movimiento no le pasó desapercibido, pero si le sorprendió, apenas lo demostró.

-Lo habré dejado en otra parte.

-Seguro.

Se miraron fijamente durante un largo minuto, los grandes ojos color miel de ella denotaban algo que no terminaba de identificar. ¿Sabría ella que aquel que tenía delante no era Vincent?

-¿Necesitas algo más?- Preguntó ella, ya temblando.

-...No. Eso es todo.

-Vale.

-En ese caso, creo que volveré al trabajo.

Aquella era la conversación más rara del mundo. Se suponían que eran marido y mujer... Bueno, se suponía que él estaba interpretando el papel y... ¡Ya me entendéis! Pero ahí estaban, contestándose con frases cortantes y mirándose como si fueran dos desconocidos.

Al final nadie dijo nada más, Sean se dio la vuelta y se marchó.

¿Todo eso para apenas un intercambio de miradas y un par de frasecitas? He de suponer que la gasolina, así como el resto de los gastos de Sean Jenner corrían por cargo de Christopher o del Centro. De no ser así, no me imagino cómo es que alguien se tomaba tantas molestias por cinco minutos de charla insustancial.


Miré a Sean, sentado a mi lado. Estaba mirándose las manos, como si jamás se las hubiese visto. Lo que los humanos llamaban normalidad, era por definición propia, algo fuera del alcance para un ser mágico. Sin embargo el muchacho le daba un nuevo significado a lo anormal.

Libro de los Sueños (+18)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang