Hinata la había llevado a su casa donde la Uchiha le había rogado por que se quedara.
A la mañana siguiente la mayor había creído que era un sueño, pero estaba abrazada a Hinata y ella tenía su cabeza sobre el pecho de Hanako.
Si bien era algo que había deseado ver desde años atrás, en ese momento los recuerdos invedieron su mente recordándole la vergüenza que había pasado.
—Rayos... —susurro avergonzada.
Se levantó con cuidado, pero no el suficiente.
—¿Hanako-chan?
—Hina— le sonrió con las mejillas rojas —Vuelve a dormir, te llamaré en un rato.
La chica asintió aún algo adormilada.
Se paro y de inmediato fue al baño, hizo sus necesidades y luego de asearse, preparó un desayuno a modo de disculpa, cada que el recuerdo iba a su mente le daba más y más vergüenza, no dejaba de darle vueltas al asunto.
—Hanako-chan...
La Uchiha volteo, pero sus mejillas se pusieron igual de rojas que las de la Hyuga.
—H-Hina... — balbuceo apenada —Disculpa... Lo de anoche... No fue mi intención, si te moleste puedes decírmelo, digo, no ha sido un error o algo así, pero no quiero que tu te alejes de mi así que si tienes consideración conmigo o si no quieres estar conmigo por ser así de rara puedes-
—Esta bien, Hanako-chan— le sonrió también sonrojada —Esta bien, somos dos raras ahora.
La Uchiha se sonrojó más, Hinata se dio cuenta de que era mucho más tímida de lo que algún día habría imaginado.
—Y-yo... No te quise llamar de esa forma a ti— soltó una risilla y rasco su mejilla —Gracias por la oportunidad, Hina.
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