𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒐𝒍𝒐 𝟖

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Berlín, Alemania, 1939

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Berlín, Alemania, 1939.

Lo que dijo su padre, la dejo pensando mucho, pensó que sus padres se molestarían por lo que pensaba y no fue así. La molestia de sus padres era su comportamiento, el haberle "gritado" al mundo y creer que así cambiarían. Llegaron a su casa y se sintió aún peor porque no tenía manera de explicarle a Giánni que pasaba. Él pensaría que lo dejo plantado, pero no sabría las verdaderas razones. Al poco rato de estar en su cuarto recostada sobre su cama, alguien llamo a la puerta de su cuarto.

— ¿Adelante?

Vio entrar a su hermano con una media sonrisa, se sentó en la cama y la abrazo.

—Pensé que no estabas en casa –según ella, lo habían llamado de la academia del ejército

—Acabo de llegar y me entero que te suspendieron el día de hoy. ¿Qué pasó?

—Le respondí a un profesor, le dije algo así como que su gobierno apestaba. Sacaron a relucir la Ley de Protección, sabes que pienso al respecto, Herman...

—Eso lo tengo claro desde hace años, pero... los escuche hablar algo sobre la tía Leyna en Italia. ¿Sabes por qué?

— ¡No! Ellos no me pueden llevar a Italia –no sabía que le preocupaba más, si el hecho de que se estaba alterando o que sus padres planeaban algo a sus espaldas.

Se levantó de la cama y se dirigió a la sala donde se encontraban sus padres.

— Pensé que ya no era una niña.

—Ya no lo eres, Agatha. ¿A qué se debe esto?

— ¿Por qué planeaban llevarme a Italia? No me iré de aquí.

Sus padres rieron levemente, ante la actitud de pánico de su hija. No era algo común en ella.

—No te planeábamos llevar sola, queríamos que los 3 se fueran una temporada de vacaciones allá. Aquí encerrados se estresan y eres la prueba viviente hija, deben descansar.

Suspiro aliviado, estaba paranoica por cualquier cosa. Después, el timbre de la casa sonó. No esperaban a nadie. La sirvienta fue a abrir y regreso a la sala.

—Buscan a la señorita Agatha, un joven.

Todos la miraron y en su mente visualizo a Giánni, por alguna razón.

—Haz que pase, por favor. –su madre se apresuró en responder, se levantó y de manera inmediata arreglo el atuendo de su hija. — ¿Quién es hija?

—No se madre, ya lo veremos...

Los nervios irrumpieron en la poca calma que tenía, todos los presentes se levantaron y miraron al umbral de la entrada. A los pocos momentos, se hizo presente un chico alto, rubio, de ojos claros. Colgaba de su hombro una mochila y mantenía una sonrisa leve.

||Refugiados|| [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora