Todo saldrá bien

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«Todo saldrá bien.»

Hospitales, esos establecimientos destinados a brindar asistencia médica, etcétera, etcétera. Los hospitales se volvieron los lugares que tratado de evitar a toda costa, su atmósfera me llena de ansiedad me llena de ese miedo de entrar en él y nunca salir.

Aunque solo esté de visita en el lugar no puedo evitar sentir esa pesadez. Para mi desgracia estaba aquí, en una larga fila de espera caminando de un lado a otro con desesperación, una mezcla de la ansiedad que me produce el lugar y el miedo de la situación se estaba apoderando de mi cuerpo.

—Kylie, relájate. Vas a hacerle un agujero al piso.—Habla Michelle tratando de tranquilizarme.

Le doy una mirada rápida y sigo caminando en círculos. El señor Collins llega rápidamente con la respiración agitada, sus pecho bajaba y subía acelerado.

Su cabello castaño oscuro estaba desordenado, su traje negro estaba estaba arrugado. Lo salude con una leve sonrisa y él hizo lo mismo, estábamos demasiado preocupados como para atendernos cordialmente.

—¿Cómo está, Joseph?—Preguntá el hombre acercándose a nosotras.

—Los doctores no nos han dicho nada.—Contestá Michelle recibiendo a su padre.

—¿Y que fue lo que pasó? —Preguntá el señor Collins sentándose en una silla metálica.

—Según el reporte de la policía, lo asaltaron y le dieron una paliza pero aún siguen haciendo una investigación más exhaustiva.—Respondió Michelle estirando su espalda sobre la silla.

Yo seguí callada caminando con desesperación. Analizaba cada pequeño detalle de lo que había sucedido la noche anterior.

Adiós conejita...

Sus palabras vuelven a resonar en mi cabeza. Todo estaba bien anoche, pero supongo que las desgracias no son planeadas.

—Voy a buscar a Madison, se ha tardado mucho con nuestro desayuno.—Informé a Michelle. Ella asintió.

Ya había estado antes en este hospital, más veces de las que yo hubiera querido. El Princeton Medical Center es el hospital donde trabaja mi padre. Giró pasillos hasta el elevador, la cafetería está en la segunda planta del hospital, salgo del elevador con dirección a mi destino.

Y hablando del rey de Roma, su oscuro cabello castaño con algunos mechones blancos, sus claros ojos azules verdosos detrás de sus gafas, con esa expresión seria.

Duncan Grayson, médico quirúrgico, médico general y cardiólogo. Uno de los doctores más demandados de ésta y otras instituciones. Además de todo eso, mi padre.

Lo saludó con una sonrisa de boca cerrada. Aceleramos nuestro paso y nos abrazamos.

—Kylie, bebé. ¿Que haces aquí?—Pregunta mi padre al separarse se mí.

—Uno de mis amigos sufrió un accidente.

—Oh, que desgracia. ¿Que fue lo que pasó?

—Al parecer lo asaltaron y luego lo golpearon.—Respondí con delicadeza y cabizbaja.

—Todo saldrá bien, Cariño.—Mi padre paso su brazo por mis hombros y me dió un medio abrazo.—¿Quieres algo de la cafetería?

—Sí, no he probado nada de comida.

—Ya sabes que te hace mucho daño no desayunar. Especialmente por tu historial de anemia..

—Sí, papá. Ya lo sé.

Aún te quiero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora