Tercera Carta

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Querido Daniel.


La silla realmente no sirve para dormir, te lo digo por experiencia, eh. Apenas son las diez de la noche y ya me he despertado con un insoportable dolor en mi cuello por el cual tendrás que hacer obras sociales realizándome masajes. Daniel, mi compañía no va a ser de gratis, eso te lo aseguro.

Verte dormido e indefenso me recuerda que nunca había podido verte dormido porque siempre despertabas antes que yo, siempre me dabas un beso para despertarme. Seguramente tú me viste muchas veces dormir con una pierna sobre tu cuerpo y mis brazos extendidos sin guardar alguna forma.

Dejé el lapicero separando las páginas de la libreta en la que estaba escribiendo, mientras admiraba tu quietud. Me puse de pie y me acerqué a la camilla, tus ojos estaban cubiertos por tus párpados, tus labios estaban pegados, pero mantenían ese color rosado que tanto me excitaba. Un aparato daba pitidos indicando los latidos de tu corazón, creí que al acercarme y tomar tu mano los latidos irían más rápido, pero eso fue en vano. Fui ingenuo.

Al lado de la camilla también estaba algo que parecía una bala del oxígeno y así era porque salía una cánula de ella, esa manguera delgada que a la altura de tu cuello se divide en dos, rodea tus orejas y termina en tu nariz expulsando oxígeno.

Ubiqué mi mano derecha sobre tu brazo izquierdo, con mis dedos índice y del corazón empecé a recorrer tu brazo, simulaban ser dos piernas caminando, subí hasta tu hombro, bajé por tu pecho, tu abdomen y no pude negarme el tocar tu miembro. No me preguntes porqué, pero ya sabes que tengo una obsesión por sentirlo, no era el momento, pero tenía que aprovechar cada momento que te tuviese cerca, seguí recorriendo tu cuerpo con mis piernas de dedos hasta llegar a tu pie izquierdo, estaba helado, la cobija no servía de nada, acaricié tu tobillo, especialmente esas venas que se brotaban y llegaban hasta tus dedos, admiré la rosada planta de tus pies. Joder, había encontrado un nuevo fetiche en tu cuerpo flacucho.

Ahora sabrás, al leer esto, que tengo una nueva obsesión por tus pies y que ni siquiera estando en coma te dejaba en paz con mis ocurrencias de adolescentes con las hormonas al mil. Siempre he creído que cuando uno encuentra a su persona para toda la vida nunca vera lo malo que pueda tener, sus defectos hacen que te enamores aún más y eso es lo que me sucede contigo. Eres como si fueras de otra especie con cuerpo humanos, pero con una forma de ser extraña incomprensible, casi perfecta. Hasta el más diminuto lunar en tu piel me parece que debería ser considerado una de las nuevas maravillas.


Con cariño, Michael.


Nota de autor: todos sabemos que mi país, Colombia, no está pasando por el mejor momento, la brutalidad policial y el abuso de fuerza está asesinado a quienes salen a ejercer su derecho legítimo a la protesta. Mi pensado era abstenerme de publicar mi novela, pero quiero traer un poco de calma y distracción en estos momentos de rabia, angustia y miedo.   

#SOSColombia

Cartas A DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora