Séptima Carta

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 Querido Daniel.


Ya era de noche y tu madre se había ido a descansar, era nuestro trato, ella en el día y yo en la noche. Yo no podía conciliar el sueño lejos de ti, en esa silla incómoda tampoco, pero podía estar a tu lado.

Daniel, maldita sea, qué me hiciste. No concibo mi vida lejos de ti, te necesito como al aire, estás en mi mente incluso cuando duermo porque sueño contigo, sueño que somos felices, que estás bien y que nada ni nadie nos separará.

—Daniel —dije como si pudieses responderme. —Te amo y siempre te amaré —comenté agarrando tu mano derecha. —Despierta por favor, por favor no me dejes —dije en voz baja con lágrimas en los ojos.

Verte inerte me desesperaba, estaba vacío, me sentía en un mundo que no era mío, tu mano estaba fría e intenté calentarla con la mía, pero fue inútil. Me dolía verte tirado en esa cama, sabíamos que vivías por los malditos aparatos que no dejaban de sonar. Esos mismos aparatos que no me dejaban leer tranquilo cerca de ti para que pudieras oír y quizá, así despertarías. No lo sabía, debía intentar todo.

Saqué mi móvil para ver la hora, pero realmente me puse a husmear y terminé respondiendo chats de los amigos que había dejado en donde vivía antes. Pasé a la sección de estados de WhatsApp, yo era poco amigo de poner fotos allí, pero recordé que nos habíamos tomado unas cuantas fotografías aquella vez que salimos de paseo al centro. Busqué la mejor y hallé una donde estábamos besándonos, tenías puestas tus manos en mis mejillas, los ojos cerrados, mis manos estaban en tu espalda y nuestros labios pegados. Seleccioné esa y de pie de foto puse una frase cursi de una canción que recordé: "mi alma fue tatuada en tu piel, recuérdeme." Realmente, la canción habla sobre una pareja que había terminado, pero yo quería ser recordado por ti, así que le di otro significado a la frase. Piqué el botón de envío y no tardó en aparecer el ojito rasgado que indicaba las vistas, aunque eso no importaba mucho. Dejé mi móvil sobre mis piernas y traté de leer el libro que tomé de tu biblioteca.

Por si no lo has leído, Daniel, aunque conociéndote ya lo habrás leído, es sobre unos adolescentes que tienen diferentes tipos de cánceres y van a un grupo de apoyo, pero esa solamente es la excusa para que Hazel y Augustus se conozcan y empiecen su "amor imposible". Me llama mucho la atención que intercambien libros, sabes, hasta se parecen a nosotros. Lo que sí te digo es que yo conduzco mejor que ese tal Augustus, ¿cómo diablos hace para conducir con una sola pierna y una prótesis sin sensibilidad?


Con cariño, Michael. 

Cartas A DanielWhere stories live. Discover now