1 - Mi curiosa mañana

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¿Qué esto? ¿Un sueño?

–. . .

No puedo hablar. Tampoco puedo moverme. No siento ni mis brazos ni mis piernas. Estoy segura que ni siquiera las tengo. Esta tranquilo y oscuro. Realmente no me importa. Espera un momento, ¿Qué es eso? ¿Qué es esta luz? Es muy molesta. Me estoy moviendo. Mierda, y justo hacia donde está la luz. Es muy intensa, ni se puede ver nada. De un momento para otro, el negro paramo se vuelve blanco. Alcanzo a ver hojas de árboles y arbustos antes que fuera consumida por aquella luz.

Abro los ojos. Un terrible rayo de luz se coló por mi ventana. Que molesto es. Despierto en mi habitación. De nuevo tuve aquel sueño, ahora últimamente lo tengo muy reciente. Quisiera poder soñar algo mejor, como elefantes bailando con perros o una batalla épica entre el horno y la tostadora, no lo sé, pero ya me estoy hartando de ese sueño que pasa de negro a blanco y despierto, es tan aburrido y no puedo cambiarlo, no tengo el control.

Checo mi teléfono, 3 alarmas perdidas, aun me pregunto porque las tengo. Borrando esas notificaciones me fijo en la hora, las 6:42 a.m. Bueno, ya llegué tarde a la escuela, perfecto. Me tomo un tiempo antes de levantarme de la cama, si de por si llegaré tarde, ¿Para qué me apresuro ahora? Salgo de la cama y voy al baño, sigo aun algo dormida, sé que me dormí tarde, no sé a qué horas, pero parece que no pude descansar lo suficiente. Abro la llave de la regadera y sale fría como de costumbre, es una mierda, me desvisto y entro.

–Aah

Doy un ligero grito al sentir la fría agua. Tiemplo un poco en lo que me trato de adaptar a la temperatura, pero ¿Porque parece que hoy está más fría que de costumbre? ¿No se supone que ya es verano? Que pinche frio.

Termino rápido mi tortura solo para darme cuenta que se olvidó traer mi toalla, y eso no es lo malo, lo malo es que tampoco veo ninguna toalla aquí en el baño. ¿Me estas jodiendo? Con el frio que justo tengo. Si tuviese opción, me iría rápido a mi cuarto a cambiarme, pero mi pelo no deja de escurrir, como odio tener mi pelo así de largo en momentos como este. Si mi padre o mi madre ven mojado el suelo, me gritaran y me harán limpiar toda la casa nuevamente, y detesto eso, por lo que, sin más alternativa, me pongo el pantalón el pantalón del pijama, y uso la parte superior para envolver mi cabello y así deje de gotear. Ya solo me pongo mis sandalias y abro la puerta preparada para salir lo más rápido hasta mi cuarto, pero recibo un terrible aire que choca directamente con mi cuerpo y hace que me estremezca en ese mismo sitio. Me concentro nuevamente en ir a mi cuarto y con cuidado y viendo que no deje huellas al caminar voy directo a mi habitación.

Llego y cierro la puerta detrás de mí, doy un rápido vistazo y no veo mi toalla, la busco en el closet, en los cajones bajo mi cama o mi escritorio, pero no está en ningún lado, solo encontré la pequeña toalla que uso para envolver y secar mi cabello. Me quito el pijama nuevamente, me vuelvo a sentar en mi cama y empiezo a secarme con la pequeña toalla todo el cuerpo. Estando lo suficiente mente seca, me pongo mi uniforme para la escuela. Aun me siento húmeda. Agarro mi pijama y voy hacia mi ventana. Al abrirla, otra corriente de aire frio me ataca, volteo al cielo y veo que este nublado, ahora ya tiene sentido el jodido frio que hace. Pongo mi pijama colgando en el marco de la puerta para que se escurra y seque, aunque con este frio dudo que lo haga.

Ya eh perdido mucho tiempo. Agarro mis cosas y me dirijo hacia la cocina. Busco en la alacena un viejo galletero que mi madre tiene escondido atrás de unas cajas de cereales ya caducos. La tomo con cuidado y silencio, la abro y tomo 5 dólares. Estoy segura que mi madre tiene ese galletero desde que era una niña y siempre guarda su dinero ahí, a mi parecer lo tiene bien guardado, aunque no se libra de mí, aunque a veces tengo que regresar el dinero faltante antes de que se dé cuenta. Si un día me descubriese con el jarrón en las manos no volveré a ver el sol en un muy buen tiempo. Con el mismo cuidado, vuelvo a poner el galletero en su puesto y vuelvo a colocar las cajas como estaban. Me guardo el dinero en el bolsillo. Agarro un pan que había en la mesa, lo muerdo y me dirijo al refrigerador, tomo el cartón de leche y tomo directamente del envase, no debí hacerlo, corro directo al lavatrastos y escupo la leche cortada que acababa de consumir. Qué asco, creo también regurgite el pedazo de pan. Ahí va mi genial desayuno diario. Vuelvo a checar la hora, 7:37 a.m., ya es hora de irme.

La Chica BlancaWhere stories live. Discover now