≛ veintiuno

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veιnтιcιnco de dιeмвre, doѕ мιl dιecιnυeve




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EL SUSTO QUE SE HA APODERADO DE SU CUERPO, lentamente, logra desaparecer y mientras sus ojos cafés se abren, Ana respira tranquilidad, sintiéndose aun más aliviada al verle a su lado.

Las imágenes de su pesadilla quedan atrás y ella se centra en la armoniosa visión que Chris es esa mañana. El hombre duerme plácidamente con su rostro ligeramente torcido a su dirección, en una posición de guardia que hace nada más que enternecer su corazón.

Había sido una noche particularmente extenuante. Luego de la importante conversación, una llamada basto para que la gente encargada del caso llegará al refugio y tomará la declaración que por tantas horas habían estado insistiendo. Ahora todo tomaba un rumbo diferente, ambos lo sabían y se encontraban tranquilos y esperanzados por justicia. 

Por unos segundos, Ana le observa dormir. Adora su respirar tan pasivo y como el calor de su piel la hace sentir tan maravillosamente bien. No podía creer que él había regresado por ella. Había no solo roto su corazón, pero también sus ilusiones y aun así, él había regresado y más importante, se había quedado a su lado, haciéndola sentir tan amada como nunca antes en su vida lo había sentido. 

Tiernamente, la joven deposita un tibio beso contra el hombro desnudo de Chris, quien sigue navegando profundamente en los idílicos mares de su descanso y no es capaz de percibir cuando Ana deja su lado, tratando ella también de ser lo más sigilosa posible en su tarea.

La habitación del baño se ilumina ante ella y va directamente a tomar el vaso cerca del lavamanos, el cual llena a tope y bebe después con una necesidad casi ansiosa. Al terminar, un suspiro lleno de alivio escapa de su garganta e inevitablemente, su mirada se enfrenta a su claro reflejo y de igual inevitable manera, ciertos músculos en su cuerpo se tensan rígidamente.

Habían dicho que las marcas desaparecerían, sin embargo, ella odiaba que tomará tanto tiempo. Eran las huellas de un ataque que jamás pensó merecer. 

¿Cómo alguien podía ser capaz de eso?, se preguntaba una y otra vez. ¿Cómo alguien que decía haberla amado tanto era capaz de herirla de esa manera? Y a momentos, el remordimiento era lo peor. ¿Cómo ella pudo permitirlo? 

—Ana...— la joven gira su rostro al sonido de su voz y en cuanto ve la figura recién levantada, algo perezosa, pero con un semblante iluminado en preocupación de Chris, ella pestañea y todos los pesados pensamientos se esfuman como humo. 

LA CHICA   ▪︎   CEVANS (#1)Where stories live. Discover now