Capítulo 2.

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A medida que avanzaba, la mirada de muchos hombres se detenían sobre ella, era consciente de su belleza, pero el hecho de que los hombres la vieran de esa manera era una desventaja que la hacía sentir incómoda, aunque no lo aparentaba.

Saludó a los compañeros que iba encontrando en su camino. Pasó a vestidores y se ajustó en su atuendo de trabajo.

Antonieta entró apresurada a la sala, soltando un suspiro de alivio al ver a su amiga.

- ¡Hola! - saludó felizmente.

- ¡Antonieta! - correspondió con emoción.

Su amistad era una de las cosas más valiosas que tenían cada una, se conocían desde jóvenes y habían pasado por muchas cosas juntas, para este punto se amaban como hermanas.

- Victoria, por Dios, casi muero de la preocupación. ¿Por qué no respondes las llamadas? - cuestionó con cierto reproche.

- Perdí mi celular en el bar, ¡Ay, Antonieta! - suspiró con impaciencia y la llevó con ella hasta el sofá. - Dime todo lo que pasó esa noche, yo no recuerdo nada más que a un hombre... - susurró la última palabra con tímidez.

- Por primera, estabas muy borracha. Lo peor es que en el bar estaba Dionisio Ferrer, y tú coqueteaste con él y...

- ¡¿Ahh?! - exclamó con sorpresa. - Eso no puede ser, ¿cómo pude hacer eso?

- Intenté advertirte, pero poco te importó y decidiste irte con él. - explicó la rubia, avergonzada. - ¡Gracias a Dios estás viva! Dionisio es peligroso.

- Lo sé. ¿Y qué pasó contigo? No recuerdo verte el resto de la noche.

Antonieta se incorporó de su lugar, molesta.

- ¡Ese animal, patán, imbécil! Mandó a uno de sus guardaespaldas a vigilarme para que  yo no me acercara a ti. ¡Me botaron del lugar! - enunció, moviéndose desesperada.

- Desgraciados, perdóname amiga, no quería hacerte pasar ese mal rato. - pidió con pena.

- No vuelvo a invitarte a beber, porque el problema no soy yo, Victoria. Imagínate que ese hombre te hubiese secuestrado o qué sé yo, mira que yo no pude hacer nada para sacarte de ahí, te llamé durante toda la noche y me angustié al no tener noticias de ti. - se cruzó de brazos, con expresión seria.

- No me regañes, me pasé de copas y no supe lo que hacía.

- ¿De copas? De botellas diría yo. Pero ya, estás a salvo y eso es lo importante. - volvió a sentarse al lado de ella.

- Sabes, vas a decir que estoy loca, pero estando cerca de Dionisio no sentí miedo ni nada parecido. Al contrario, aún recuerdo la embriagante mezcla de sentimientos causados por él. - contó confundida.

- Lo digo, estás loca. Yo sí temo de él, tú sabes lo que se dice sobre ese hombre.

- Tienes razón. Lo mejor es que me olvide de esa caótica noche y ya. - se encogió de hombros.

- Y de Dionisio Ferrer.

- Sobretodo...

Un policía ingresó a la sala después avisar su presencia, las dos mujeres voltearon a verlo.

- Oficial Gutiérrez, el comisario Ríos la necesita en su oficina.

- Gracias, enseguida voy.

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- ¿Un trabajo especial? - preguntó a la expectativa.

- Así es, Victoria. Como sabes, hemos estado tras el rastro de Ferrer. - ella asintió ansiosa. - Tenemos la solución para su arresto...

Pasión Infiltrada... Where stories live. Discover now