|29| Subasta de las diosas

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Narrador omnipresente

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Narrador omnipresente

Iris nunca salió del pentágono, sino que se dirigió a la oficina de Vicenzo Amuso. Tenía que aclarar una cosa.

—Entonces ellos irán al club de Santino... —El don de los Amuso se inclina sobre un mapa que ocupa la parte superior de la mesa. Su dedo índice ha dejado de moverse cuando escucha a alguien tocar la puerta y entrar. No mira a la persona. Alessandro Morelli está firme a su lado, con los brazos cruzados sobre su ancho pecho.

—Señor Amuso, disculpe venir de imprevisto, pero es urgente. Por favor.

—Señorita DeSantis estoy ocupado, puede venir luego—dice señalando la puerta sin dignarse a mirarla.

—Es sobre su hijo Hades—. Apenas esas cinco palabras salieron, Vicenzo volteo a ver a la recién llegada y dio la orden a todos de salir de su oficina quedando solos.

Vicenzo señala los asientos de cueros que hay en la pequeña sala de su oficina. —Empezará usted.

—Quiero saber qué pasó con Hades en el tiempo que estuvo con los Rossi más específicamente qué pasó entre él y Alekai Vólkov.

—¿Se puede saber el porqué de tu curiosidad?, creí que no te agrada mi hijo.

Vicenzo tenía una posición muy neutral respecto a la primogénita DeSantis siempre y cuando ella no estuviera en medio de su camino. Dejó pasar el desliz que tuvo su hijo con ella, pero ha estado notando algo distinto en Hades desde que se relaciona con ella.

—Es algo personal, pero necesito saberlo.

—¿Por qué debería de ayudarte? No nos conocemos, solo eres la mujer con la que ha estado pasando tiempo mi hijo, bueno a excepción de las mujeres que van a su penthouse cada noche después del juicio que hizo por ti —inquirió calmado.

Vicenzo solo dijo eso para ver como reaccionaba Iris, su rostro no demostró ninguna emoción, su cuerpo estaba recto, pero vio un fallo. Apenas mencionó las otras mujeres de compañía de Hades Iris apretó uno de sus puños provocando que se marcaran lunas crecientes en su palma y sus nudillos se pusieron ligeramente blancos. Cuando notó la mirada de Vicenzo en su mano la relajó.

—Cuántas cosas han pasado desde esa noche—suspiró, encantado—. Me alegra saber que luego de eso ustedes se distanciaron otra vez. Habría sido aburrido tener que hacer una charla sobre las distracciones con mi hijo.

Iris solo lo miró con furia en sus ojos, ¿está insinuando algo?

Ella sabía que no era del todo agradable para él. De hecho, cualquier persona que a los ojos de Vicenzo no fuera de ayuda para su hijo o que siquiera lo distraiga no era de su agrado. Vicenzo siempre ha velado por su hijo y es fiel creyente que las personas que no aportaran algo debían largarse de su vida y tenía ese pensamiento de Iris.

El Juego ProhibidoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin