Arithmetic

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El Viejo Oso estuvo hoy. Se sentó solo en la cabina de la esquina, estudiando detenidamente documentos que Alfred no podía ver. Solo Raivis se acercó a su mesa para traer otra botella de vodka o asentir en respuesta a algo que Ivan dijo. Todos los demás ignoraron esa mitad del restaurante; meseros y comensales acudieron en masa a la pared más al sur. De vez en cuando, cuando Iván se levantaba para trasladarse a la trastienda o para entregar un archivo a Toris, la gente se separaba ante él como el agua alrededor de una piedra lisa. Alfred ansiaba interponerse en su camino, solo una vez, pero sus mesas lo mantenían ocupado. Además, las salidas de aire en el lado del edificio de Ivan debían de haberse roto recientemente, porque hacía frío.

Alfred estiró el cuello para ver pasar a Ivan, demasiado lejos para causar una impresión. Chocó con la mesa que se suponía que estaba sirviendo y dejó un plato de sopa sin mirar. Sus ojos siguieron a Ivan a través de una puerta que era casi demasiado corta para él. El músculo acolchado se movió debajo de su abrigo, y sus pantalones le quedaron ajustados alrededor de su cintura, y Alfred reflexionó sobre esos detalles hasta que los extremos de su bufanda desaparecieron de la vista.

-Amigo. se maravilló Alfred.
-¿No es caliente?

-¿No es tu jefe? Matthew raspó distraídamente su cuchara contra el costado de su cuenco. Alfred sonrió y su mirada volvió a su gemelo.

-Dices que los dos son mutuamente excluyentes. Se ocupó de apilar los platos vacíos de Matthew, con cuidado de no gotear nada en su tarea. De todos modos, Matthew acercó más su libro de texto y su computadora portátil. -Vamos, no puedes decirme que nunca has estado enamorado de uno de tus entrenadores o un profesor o algo así.

-Entonces, ¿estás enamorado de tu jefe?

Alfred se detuvo en medio de servir una bebida fresca. -¿Qué? No. Amigo, estás poniendo palabras en mi boca. Sólo...un segundo. Agachó la cabeza en el conjunto de cabinas vecinas. -¿Recargas? El hielo tintineó mientras atendía a los que asintían. Cuando terminó, apoyó una cadera contra la mesa de Matthew y dejó a un lado su jarra. Matthew se apresuró a salvar sus cuadernos del creciente charco de condensación.

-De todos modos, sí. No. Yo no ... No es un flechazo . Es como...¿Alguna vez has visto a una celebridad realmente sexy? Quiero decir, te gustan esos actores canadienses, ¿no? ¿Los que tienen el pelo suelto? Y sabes que en realidad nunca saldrías con ellos o los golpearías ni nada, pero aún así es divertido pensar en eso.

Sin levantar la vista de un bloque de texto titulado Teorías clásicas de la psicología , Matthew dijo:
-¿Con qué frecuencia fantaseas con 'follar' a su jefe?

-Está bien, vamos a dejar esto. Olvídese de que dije algo, doctor Jones. Alfred sonrió, afable, y recuperó su jarra y bandeja. Además, tengo que ir a comprobar esta otra mesa. No son tan fáciles de mantener como tú, ¿sabes?

-Sí, deberías volver al trabajo.
acordó Matthew, hojeando una nueva sección de su libro.
-Tu jefe caliente está mirando.

-¿Qué? Alfred se dio la vuelta, buscando un atisbo de mechones de color beige plateado. Matthew rió suavemente detrás de él. Se volvió de nuevo y golpeó el brazo de su hermano. -Burro. No me alarmes de esa manera. Vuelvo enseguida.

Alfred todavía miraba por encima del hombro cuando retrocedió en el suelo. Sabía que Ivan no estaba mirando, lo habría notado salir de esa habitación trasera, pero aun así…
Los ojos de Alfred se detuvieron en la puerta vacía cerca del bar. Sabía lo que había ahí atrás: un montón de nada. Pero ahora, había un montón de nada más Ivan, lo que le dio al espacio un nuevo aura de atracción.

Menos atractiva fue la cadena de maldiciones italianas que le recordaron a Alfred dónde se suponía que debía estar. Volvió a poner su sonrisa en su lugar y siguió esa voz hasta una mesa ocupada. Un velo de tensión cubría los cuatro pares de hombros. Alfred vaciló unos pasos atrás y escuchó.

꒷꒥ 𖥻 ❛ 𝐃𝐫𝐚𝐰𝐢𝐧𝐠 𝐃𝐞𝐚𝐭𝐡 ৎ୭Where stories live. Discover now