XI

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Oscuridad, sólo había oscuridad en aquel túnel, eso y un aroma horrible. Eso era una cañería, sin duda. Aún así Newt, Thomas y Gally caminaban por ahí, iluminando únicamente el camino con la pequeña lámpara que tenía este último.

—Que asco —exclamó Newt con desagrado.

—Sí, lo sé —contestó Thomas, y a pesar de no ver su cara supo que tenía una mueca en ella —. Es un lugar muy lindo —soltó con ironía.

Gally los ignoró y se detuvo abruptamente, haciendo que los dos chicos tras él también se detuvieran. De repente tocó algo en la pared y con un chasquido una serie de luces comenzaron a encenderse a lo largo del túnel.

Ambos amigos se miraron un poco asombrados y miraron al rededor con curiosidad. No es que hubiera mucho que ver, por supuesto, sólo un túnel extenso y cableado en las paredes, además del interruptor que había usado Gally para encender las luces.

—No se separen, falta poco.

☠︎︎

Observaba con cuidado lo que se veía a través del microscopio, captando cada movimiento o alteración en la reacción del suero contra el virus.

Teresa veía un avance, un gran avance a decir verdad, aún así no estaba segura que usar el suero fuera completamente seguro o efectivo, pero primero tenía que probarlo en un paciente, claro.

—Esta lista —dijo un doctor a su lado, interrumpiendo su análisis.

Ella solo asintió y camino un poco nerviosa hacia el laboratorio donde llevarían a cabo la prueba.

Era la hora de la verdad, había llegado el momento de saber si sus sacrificios no habían sido en vano.

Pasó por el proceso de desinfección rutinario y se adentró a la sala de pruebas, observando rápidamente a un infectado encerrado y a un doctor analizándolo a través del cristal.

Todo esto no puede ser en vano, pensó.

Regresó su vista al frente, viendo a la niña acostada en una camilla. Una niña infectada, claramente.

—Shaild —la llamó, e inmediatamente la niña despegó su mirada de lo que sea que estuviera viendo y la miró a ella.

—Señorita Teresa —saludó, con su voz ronca y con evidente cansancio.

Teresa se sintió triste de repente, esa niña estaba sufriendo, sufriendo enserio. Infectada a los 12 años, una tortura sin duda. Se veía lamentable, con sus ojos llenos de venas rojizas y pupilas demasiado dilatadas, su cara llena de venas azules y moradas, bajando por su cuello y todo su cuerpo, labios secos y piel sudada. Una crank.

—Hola —la saludó—. Shaild —habló de nuevo, mientras una enfermera a su lado preparaba la inyección y otra pasaba un algodón lleno de alcohol por su brazo —¿cómo te sientes?

Que pregunta tan más tonta para la situación en la que estaban.

—Bien —contestó la niña, a pesar de todo. Teresa asintió con uña sonrisa, recibiendo la inyección que la enfermera le pasaba — ¿Eso va a curarme? —preguntó Shaild con esperanza, viendo a la pelinegra poner la vacuna en su brazo.

—Eso espero —contestó ella, viéndola a los ojos, también con esperanza —¿Recuerdas la historia que me contabas? —preguntó para distraerla — Sobre la casa de tu familia.

𝗇𝗈 𝗍𝖾 𝗈𝗅𝗏𝗂𝖽𝖺𝗋𝖾́ [𝚗 𝚎 𝚠 𝚝]Where stories live. Discover now