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R A V E N
Abrí los ojos para ver, que las llamas de la fogata se iban apaciguando y esta vez, Clyde no hacía nada para volver a mantenerlas encendidas. También me fijé en que aún seguía de la mano de Joel y que está se me había dormido del constante agarré.
—No te acomodes Raven.—me habló el más mayor.—Ni siquiera en el fin del mundo.
Le sonreí y volví a cerrar los ojos, intentando, conciliar el sueño, de nuevo, pero unas palmadas me lo impidieron:
—¡Hora de levantar el campamento! ¡Vamos!—la voz estruendosa de Clyde me irritó, al estar recién despierta.
—¿Qué?—le pregunté sonando molesta.
—Lección número dos, o comes caliente, o duermes bien.—decía mientras recogía—No ambas.
—No ambas—repitió Minnow, poniéndose el sombrero de Clyde.
—¿Va en serio?—preguntó Joel, el cual me atrevería a decir que no hizo ninguna de las dos cosas.
—Algo habrá olido la comida y llegará en una hora.
—¿Por qué no me lo habéis dicho? No he hecho ninguna de las dos.
Ah, pues tenía razón, se había acabado la comida y no había probado nada, y dudo mucho que hubiera podido dormir conmigo encima de él. Ahora me siento culpable.