Capítulo XLIX

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Si tuviese que ponerle título a este capítulo, sería: un paso para el Melizabeth.

P.d. La carita de Meliodas TuT

.

—Chicos, Elizabeth. la mujer de largo cabello plateado los recibió en aquella enorme sala de espera con olor a medicamento que Meliodas detestaba. Los fármacos emanaban de todos lados, así como alcohol destilado, muchos médicos de un lado a otro con batas y algunos otros que tomaban un merecido descanso.

—Venimos tan rápido como nos enteramos. — enunció la albina tragando aquel nudo en su garganta. Tenía miedo, Froi era una persona generosa pese a sus errores, imploraba porque no fuera nada de gravedad.

—Inés, ¿mi padre está bien? — se atrevió a preguntar el rubio ignorando la mala pasada que esto causaba; preocupación y miedo, podía mantenerse calmado. La mujer sonrió parcial y sin ninguna otra mala noticia que la delatara.

—Si, solo fue un pequeño ataque que lo dejó inconsciente. — comenzó dejando a los hermanos algo curiosos. —Están haciéndole más estudios para determinar su estado de salud. —, pero en su cabeza terca abundaba otra capciosa pregunta que tal vez responda la causa de esto.

—¿De casualidad, Fraudrin no estaba con usted? — volvió a preguntar recibiendo un asentimiento.

—Así es, pero en cuanto me vio se fue corriendo diciendo que tenía cosas que hacer. — era sumamente extraño que, desde esa vez de tensión en el despacho, el de cabellos morados optó una actitud minuciosa hacia la de ojos zarcos, una que quisiera comprender ya que, en vez de sentirte intrigada, solo le daba razones para dudar.

—¿Y no te dijo que fue lo que pasó?, ¿qué le causó esto? — negó en silencio a lo que chistó en bajo. —Mierda, estaba con él. — se frustró sin entender, Fraudrin no tenía razones para huir ¿cierto?

—Tranquilo Meliodas, tu padre estará bien. — lo tomó por el hombro suavemente buscando tranquilizarlo, acto que funcionó en ese momento. "Espero que así sea"; pensó para sus adentros con un aire de sospecha.

Al mencionado de ojos negros lo conoció ese día en la oficia y lo concurrió un par de veces, más su mentalidad seguía fiel a que él guardaba algo, razón por la cual se vio obligada a evitarlo a toda costa; sin embargo, se veía cada vez más interesado en ella para una razón u otra que le daba escalofríos.

El tiempo parecía casi infinito e hipérbole, más rodeado del blanco que te vuelve loco y el aroma fármaco que te drogaba; Gelda dejó a su pequeña en cuidados de su hermana menor para acudir y brindar el apoyo al pelinegro que, por los nervios, comenzó a tomar cantidades grandes de café en vez de su amado té.

Meliodas trataba de calmar su bullicio entre las manos de su esposa, tanteando sus ahora mejores muñecas como si fuese lo más frágil, jugueteando entre sus dedos a pesar de cualquiera que lo viera diría que se tomaba la espera con calma y como algo banal. No fue así hasta que un hombre senil usando anteojos y una bata se acercó a la reconocible familia.

—Familiares de Demon. — las miradas reaccionaron enseguida al hombre que leía los datos del paciente en su tabla. —Su padre se encuentra estable, pero no creo que le quede mucho. La hipertensión no fue tratada en su momento y... — las miradas confusas se compartieron entre todos al escuchar ese dato, exceptuando a la peli plata que se limitó a cerrar los ojos frustrada.

—¿Hipertensión dijo? — el hombre asintió.

—Actividades como el trabajo, estrés, alcohol, la mala alimentación; ésos factores contribuyeron a que su enfermedad avanzara cuando debió ser tratada ya que tambien desarrolló más problemas en el resto de los sistemas. — los primogénitos no podían terminar de asimilar la nueva información que se les brindaba. —Por eso debo decir de antemano, no creo que pueda soportar un segundo ataque. Lo lamento.

La Señora de Demon || MelizabethWhere stories live. Discover now