Capítulo 21: Tequila, bosque y osos

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Dos dedos me tocan la frente. Una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces.

—¿¡Qué quieres!?— abro mis ojos y me siento sobre mi cama de un tirón, sabiendo perfectamente que el dueño de los molestos dedos es Max.

Con el escaso reflejo de la luna que se cuela por mi ventana, identifico el rostro de Max en frente de mi. Me tapa la boca con una mano antes de que pueda seguir gritando, mientras que la otra se apoya en mi nuca.

No entiendo que está pasando cuando me suelta y se recuesta a mi lado, haciendo que también lo haga. Sorpresivamente no aplasta a Emily porque no está, ¿donde se supone que está? Seguro es la mitad de la noche. Max se mete entre las sábanas y por debajo del edredón, cubriendo incluso su cabeza. Ni siquiera me da una chance de empujarlo cuando dos brazos me abraza por la cintura.

¿Esto es un sueño? ¿En qué mundo Max en mi cama y me abraza? Estoy segura de que no en este.

Me congelo sin saber que hacer. Sé que tengo que reaccionar rápido, pero mi cabeza está en blanco. Sus manos encuentran mi piel desnuda porque estoy segura de que mi top para dormir se ha subido un poco, dejando al descubierto mi abdomen.

De repente, como respuesta a esto, la puerta de mi habitación se abre. Cierro mis ojos pretendiendo estar dormida. No sé quien es, pero estoy bastante segura de que es mi papá y no le hará gracia encontrar a Max en mi cama. Segundos después, la puerta se cierra.

Es cuando reacciono y quito a Max, empujándolo por los hombros para que me suelte. Lo hace.

—¿¡Estás loco!?— siseo. Decir que mi corazón está a punto de salirse de mi pecho es poco.

Sale de mi cama, sentándose en el borde y lejos de mi. Noto que su cabello está desordenado por las sábanas.

—Diría "sí, loco por ti"— aclara su garganta luciendo muy divertido con la situación.—Pero eso sería mentir. En todo caso, siento que tú estás loca por mi. Relájate, fue solo para esconderme de tu papá. No quiero morir hoy.

Pongo mis ojos en blanco. Este chico es otra cosa.

—¿Qué mierda quieres?— bufo cuando logro calmar mi respiración.

—Una noche contigo— responde burlón.

—Qué bien, tú y mi puño— sonrío y el desancha más su sonrisa.

Y ahora, porque absolutamente nadie tiene sentido del humor cuando se trata de Max, nos encontramos sonriendo como idiotas en una competencia.

—No era broma lo de la noche contigo— espeta dejando de sonreír y poniendo su rostro serio.—Tenemos cosas que hacer, arriba Pecesito.

—Querrás decir que tú tienes cosas que hacer— le corrijo.—Yo tengo que dormir.

Se levanta de la cama, inclinando su cabeza hacia abajo para mirarme. Se cruza de brazos.

—Perdiste la carrera, tienes que ayudarme con el plan.

—Y te ayudaré. Solo que no ahora— contesto y volteo para volver a dormir.

Tal como sospechaba, Max no acepta mi respuesta. Nunca acepta mis respuestas. Me toma del brazo y empieza a tirar de el repetidas veces hasta que empiezo a sentir que lo va a arrancar. Vuelvo a sentarme, esta vez con ojos asesinos. Es mi horario de sueño y si voy a pasar una semana encerrada con toda esta gente, voy necesitarlo.

—Una apuesta, es una apuesta— resalta sin soltarme.

—Hiciste trampa.

—Y como dije, no es mi culpa que no tengas memoria.

Un amor inesperadoWhere stories live. Discover now