Capítulo 37: Lo que me hace sentir feliz

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Max.

¿Nunca les ha pasado que el mundo decide jugarles en contra cuando todo está yendo de maravilla?

Es como si fuera egoísta y no quisiera que todos seamos felices.

Sam está embarazada.

¿Cuándo mi vida se convirtió en una película?

Un bebé, sí. Dicen que es un milagro— es pura ciencia, no le veo el milagro,—que es lo mejor que te puede pasar en la vida. Quizás sí. ¿Pero si es con una persona que no quiero a los diecisiete años?

Nada de milagroso, les aseguro.

¿Le diré a Allison?

Por el momento, no. Todo está yendo tan bien... y no sé qué sucederá cuando se lo diga, se lo dejo al destino. Pero prefiero no arriesgarme.

Toco el timbre de la casa de Sam mientras juego con las llaves de mi auto. Tengo que resolver esto, ver qué haremos, no podemos no hablarlo y soy bastante hombre como para hacerle frente a esto aunque claro por dentro solo quiero salir corriendo del miedo.

Luego de unos segundos, la puerta se abre y me encuentro a Sam. Lleva un moño mal echo en la cabeza, de esos que siempre lleva cuando está en casa y unos pantalones de pijama con remera de tirantes.

Sin ni siquiera un "hola" se hace a un lado y me deja pasar.

¿Las cosas están tensas?

Podría cortar verduras de lo tensas que están.

Luego de haberme mandado esa bomba el viernes, se dió medio vuelta y salió corriendo. Demasiado yo.

Estaba en un estado de shock, no podía reaccionar. Es como si el tiempo se hubiera congelado. Siempre usé condones con Sam y estoy seguro de ella está tomando anticonceptivos.

—¿Están tus padres?— le pregunto a lo que ella niega con la cabeza. Se sienta en uno de los sofás de la sala de estar y yo lo hago en uno que está diagonal.

Tomo una profunda respiración mientras la miro. Sam está claramente esperando que yo sea el primero en hablar pero es que me estoy muriendo de nervios y miedo ahora mismo.

—¿Desde cuanto estás?— pregunto sintiendo un nudo en la garganta cuando hablo. Mo voz salió rara, de eso no hay duda.

—Eh... Unas semanas— contesta a lo que asiento.—Fui a hacerme un análisis de sangre por la competencia de porristas que tendremos dentro de poco y la doctora descubrió que estoy embarazada.

Asiento, todavía tragándome la noticia.

—¿Tus padres lo saben?

—No— suspira y se deja caer en el respaldo. Mis ojos, bajan a su estómago. Ahora esta plano, pero en unos cuantos meses no lo estará. Mierda.

Es irónico. Siempre quise ser padre. Incluso cuando el mío es un asco, siempre quise tener hijos. No esperaba que fuese tan pronto y con una persona a la cual, no estoy seguro de amar.

—Peo ya sé lo que haré— dice y elevo la mirada hacia su rostro. Se muerde el labio por unos instantes, tartamudea pero no habla.—No puedo tenerlo. Voy a abortarlo.

—¿Estás segura?— inquiero.

—Realmente no, Max. Pero tengo diecisiete años, no puedo tener un bebé— dice cruzándose de brazos. Trago saliva. No sé que decirle.

—No mes juzgues— dice con los ojos llorosos al notar que no estoy diciendo nada.

—No te estoy juzgando— me apresuro a decir.—Solo... solo quiero que estés segura. No quiero que lo hagas porque piensas que voy a alejarme. Sea lo que sea que decidas, voy a estar para apoyarte.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora