Hogar dulce hogar

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VOLKACIO


Horacio se sentía algo nervioso, su vista se mantenía fija en aquella casa, era la casa de sus sueños, de dos plantas, con lo que parecía un amplio balcón en la segunda y grandes ventanales que dejaría entrar a la luz solar bañando el interior. El techo a dos aguas junto con los árboles en los costados, daban la impresión de ver una cabaña situada en alguna parte del bosque, donde nadie podría llegar por su cuenta.

Observó el amplio jardín, agradeciendo que la primavera estuviese en su esplendor, eso le permitía apreciar las diversas flores de varias tonalidades desperdigadas en pequeños canteros que rodeaban el cerco, inspiro profundamente, sintiendo el característico aroma de estas y sonrió.

Cuando terminó de apreciar todo el lugar se dio media vuelta, dirigiendo su vista a la persona que lo había llevado hasta allí, los ojos de Volkov se mantenían fijos en él, dejándole ver todo el amor que le tenía.

Desde hacía cuatro años mantenía una relacion con el comisario, le costó llegar ahí, no lo podía negar, el ruso era una persona bastante complicada de comprender, pero con paciencia, lograron complementarse uno al otro, resolviendo sus problemas y dudas, logrando tal conexión, que nadie podía negar, que eran el uno para el otro.

No iba a decir que todo siempre fue color de rosa, como toda pareja tenían sus altibajos, pero no cambiaria absolutamente nada de lo que pasaron si eso lo llevaba a estar en ese momento y ese lugar.

- Es preciosa – le expresó, sin poder dejar de sonreír.

El ruso se acercó, sin dejar de mirar a su amado, tomó su mano, brindándole una suave caricia mientras dejaba su palma boca arriba. Sintió en ella algo frío, generando que bajara la vista, una pequeña llave se situaba en el centro de su palma, las ganas de llorar nublaron sus ojos, en ese momento lo único que lo embargaba era la felicidad.

- Ahora es nuestra – susurró el ruso mientras se acercaba, depositando un casto beso en sus labios – ¿Qué te parece si miramos el interior?

Ante aquella proposición el de cresta no pudo evitar elevar nuevamente sus comisuras, comenzando a caminar a la entrada de lo que sería su futuro hogar. Mantuvo la mano de Volkov sujeta a la suya mientras se introducía en aquel paraíso.

En ese momento, no le faltaba nada, tenía a su amado junto a él y un hogar al cual volver, estaba completo, al menos por el momento. 

One Shot +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora