Wreckers - Jònia Anatòlia (Editorial Kiwi)

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1.Amaba con pasión las historias guardadas en aquellos libros viejos. No solo las bonitas, sino también las crueles, las tristes, las ficticias y las reales. Y aquellas últimas podían llegar a ser demasiado peligrosas.

2.—Soy la hija del capitán del Cuerpo de Seguridad de Gesh —le confesé. Con aquello, seguro que conseguiría que me dejara atrás—. Me buscan más que a cualquier otro Traductor del mundo, soy peligrosa y, como habrás notado, no soy precisamente una revolucionaria.

3.Había cientos de libros esparcidos por todo el mundo y miles de historias diferentes plasmadas en sus páginas, sin embargo, había unos especiales que los Traductores guardábamos como nuestros más preciados tesoros: los listados. Aquellos libros eran nuestra guía, la manera que teníamos de aprender y recordar aquel antiguo lenguaje, pues en sus deterioradas páginas se explicaba el significado de todas las palabras del mundo o, al menos, de aquel mundo olvidado.

4.»La máscara carecía de expresión alguna, como si matar no le produjese sentimiento alguno. Sus pasos eran etéreos, no se escuchaban, tampoco parecía mover los cuerpos tendidos en el suelo a su alrededor.

5.Él me dejó con vida. Fui un simple mensaje, me convirtió en la mensajera de la muerte.

6.Destructor. En realidad, no sabía cómo eran los Destructores más allá de lo que me habían explicado en el colegio, pero Sam no era mala ni quería destruir el mundo como me habían dicho, más bien, todo lo contrario: era una chica amable y buena. Quizás ella fuera una excepción, siempre debía haber una que confirmara la regla.

7.—Es horrible ver cómo muere tanta gente inocente a manos de esos... Solo los monstruos actuarían de manera tan ruin e inhumana.

8.Cambié el chip en cuanto oí las palabras «chica inocente» y mi espíritu justiciero resurgió. No pude salvar a Wegner ni tampoco convertirme en soldado, sin embargo, todavía podía hacer cosas buenas por alguien.

9.—Tranquilo. La oscuridad no muerde.

10.Tras ese hombre, hay caminos y caminos de sangre. Sus manos estaban tan manchadas que algo tan insignificante como lo que pueda decir yo, o incluso tú, no sirve para profanar su memoria. Era un asesino.

11.Destructores. ¿Quiénes eran en realidad y qué era lo que querían?

12.No tenía hambre. No tenía sueño. No tenía ganas de levantarme de la cama. No tenía ganas de vivir.

13.—Yo no opino que sea algo malo ser como soy. —Su voz cálida y dulce me dejó sin habla—. Ser diferente no tiene por qué ser malo, Feigha.

14.—No puedo. —Si no lo intentas, no saldremos de aquí. —Eso no me ayuda. —Pero es la verdad.

15.—La realidad puede ser muy distinta según los ojos a través de los que se mire. Eso decía ella.

16.—A pesar de que el amor no debería ser complicado, las personas se empeñan en que lo sea. —Miró

17.Los Destructores me parecían personas peligrosas, malas y me sentía de alguna manera bien cuando veía en la tele que habían detenido a uno.

18.—¿Por qué iba a hacerte algo? —preguntó ella, estupefacta. —Por la misma razón por la que tú has intentado apartarte de mí cuando te he dicho que no era un Destructor. El miedo es peligroso.

19.—Es imposible. —Lo sé —confesó Ethan—, pero es lo que vi. Llevaba una máscara blanca y una espada y se movía como un fantasma. Era como si flotara en el aire. No me dio tiempo a nada.

20.«Su vestimenta completamente negra se fundía con la noche y su máscara blanca parecía flotar en el aire»,

21.Había muchas cosas que no cuadraban en él. Increíblemente fuerte pero delgado y menudo, buen cocinero a pesar de usar productos enlatados, frío como el hielo al asesinar sin miramientos, pero muy humano al vivir día a día con él. Era un hombre misterioso cuyo rostro no había visto jamás y cuya edad también desconocía. Su voz era tan común y suave que, perfectamente, podría pertenecer tanto un hombre de veintitantos años como a uno de cincuenta y tantos. Sus manos algo arrugadas eran la única pista que tenía, sin embargo, estaban tan maltrechas por cortes

Frases del Olimpo. Vol 4Where stories live. Discover now