"No soy capaz de liderar con mis pensamientos, pero sé que te quedarás conmigo hasta el final"
Jake es un chico australiano que tiene trastorno de ansiedad y depresión por causa de su hermana...
Pero un día ella llega a su casa con una noticia.
"Es...
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—¿Estás listo para irte tu primer día de clases Jake? —dijo mi madre asomándose a la puerta.
—No quiero ir — traté de esconderme bajo las sábanas.
—Ryujin te acompañará el día de hoy, así que baja de una vez —bajo las escaleras.
Eso es lo que no quiero, no quiero que Ryujin me lleve y mucho menos ver a sus amigos... No me queda nada más que cuidarme, tratar de no llamar la atención y pensar en escapar de ella.
—Mamá dice que bajes ya —Ryujin entró a mi cuarto y jalo mis sábanas.
—Buenos días Ryujin —dije algo tímido.
—No olvides dónde está tu lugar en la escuela ¿o quieres pasarla mal por el resto del año? —tomo mi brazo con fuerza.
—Está bien —¿Por qué es tan mala conmigo? —Este año estarás solo, no creas que alguien más va a estar contigo —Río esterica y bajo.
Es verdad, nadie se va a juntar conmigo, seguro ella habló mal de mí con todos.
—JAKE BAJA AHORA —Grito mi padre desde la cocina. Que más da, ya estoy acostumbrado a estar solo.
Baje rápidamente, tome mi mochila, me despedí de mis papás y salí con Ryujin de la casa.
Ambos caminamos hasta la entrada de la escuela, ella me miró con desagrado y se fue por su lado, dándome a entender que no quería que me acercara a ella. Será mejor no molestarla, así que me fui por una esquina y buscaré algún lugar para poder comprar una bebida caliente, no me dio tiempo de desayunar.
La escuela era bastante grande, pensé que era un poco más pequeña.
Sonó la primera campana para indicar que las clases ya habían empezado, —No llegue a comprarme nada. —corrí cundo vi que todos ya estaban entrando a sus salones.
De casualidad choqué con alguien haciéndolo caer... —Perdón, no sabes cuanto lo siento —espere el peor insulto de su parte.
—No te preocupes, yo también estoy apurado — sonrió amablemente un pelinegro más bajito que yo.
—Perdón —le entregué sus libros.—¿De casualidad a qué clase vas? —me preguntó curioso.
—A la clase A8 en el segundo edificio, no te fastidio más. —intente irme
—Yo también voy para a esa clase, ¿vamos juntos? —entrelazo su brazo con el mio.
—Está bien —sonreí.
¿Tal vez él no sabe quién soy? Mientras caminábamos una chica se nos acercó corriendo, entre brincos nos abrazó a los dos.
—Veo que tienes un nuevo amigo —le dijo al chico de mi lado.
