Capítulo 2

21 1 0
                                    

Las horas han pasado volando, es de noche y tengo hambre, la cobardía y la incertidumbre de lo que me hará ese loco me mantienen dentro de esta habitación.

Escuche un carro al parecer mama, Max y Jade llegaron.

—Turquesa ¿puedo entrar? —dice Jade mientras golpea la puerta.

Abro — pasa — le digo, Jade entra y se sienta en la cama.

—Se que no tengo el derecho a decirte esto ya que apenas te conozco pero a tu mama la conozco hace mucho tiempo y sé que te quiere, pero ¿por qué eres mala con ella?

—Soy así con todo el mundo.

—No me parece.

—Porque aún no me conoces.

—Ok... Baja a comer, te estamos esperando.

—¿Tu hermano esta abajo?
—Si ¿Por qué?

—Por eso que dijo tu papa de que no quiere que seamos los últimos en bajar.

—Esta desde que llegamos, estaba jugando un videojuego que juega solo cuando está enojado

—Baja tu yo no tengo hambre.

—Pero tienes que comer. — ¿Quién se puede negar a esa mirada inocente? Bueno mejor dicho a la comida.

—Bueno vamos.

Mientras bajamos me torturaba la curiosidad por saber lo que iba a pasar con Sebastian. Llegamos y me senté en el mismo lugar de la mañana quedando frente a él.

—¿Por qué no saludas? —me regaña mama.

—Perdón estoy distraída.

—¿O asustada? —dice Sebastian.

—No hay por qué.

—Algo debe haber.

—Yo no tengo miedo a nada.

—Turquesa quiero que te vayas a comprar un vestido — Interrumpe mama.

Me hecho a reír.

—¿Por qué te ríes —me dice Max en tono irritado.

—Mami bien sabes que en mi vida he usado un vestido, ni siquiera me gustan, no quiero.

—Turquesa, solo eso te pido, tenía la ilusión de que me ayudarías con la boda el vestido y eso, pero no, así que solo eso... Por favor —dice con lágrimas en los ojos.

—Está bien, lo hare, no seas dramática.

—Insensible —dice Sebastian.

—Idiota —le respondo.

—Ignorante.

—Imbe...

—Ustedes dos son raros, pensé que se llevaban bien —dice Max.

—Ya decídanse o se quieren o se odian —dice Jade.

—Cállate mocosa, no te metas.

—No le trates así —digo alzando un poco la voz.

—No grites.

—No grite.

—No me respondas.

—No eres nadie para decirme que hacer.

—Voy a ser tu hermanastro.

—Es lo mismo a nada que es lo que eres, así que no, no tienes derecho, idiota.

—Ya basta — Interrumpe Max.

—Turquesa a tu cuarto —Dice enojada mama.

—Con mucho gusto señora.

SEBASTIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora